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viernes, 24 de enero de 2014

Hacer el bien al prójimo

Una de las preocupaciones constantes del Profeta Muhammad (sws) era poder suplir las necesidades de la gente.

 

Alabado sea Allah, Señor del Universo. Le glorificamos, Le pedimos perdón por nuestros pecados y a Él nos encomendamos. Nos refugiamos en Allah del mal que existe en nuestras propias almas y de los perjuicios de nuestras malas acciones.
A quien Allah guía nadie puede desviar, y a quien extravía nadie puede guiar. Atestiguo que nada ni nadie merece adoración sino Allah, Único, Quien no tiene copartícipe alguno. Atestiguo que Muhammad es Su siervo y Mensajero. Alabado sea Allah, Único y sin socios en Su reino, alabado sea Aquél cuya adoración exclusiva es la principal causa que nos hará entrar al Paraíso.
Alabado sea Allah que nos ha guiado al Islam, haciéndonos pertenecer a la comunidad del último de los profetas enviados a la humanidad, Muhammad, a quien concedió la sabiduría y el Corán. Alabado sea Allah por todas las gracias y bendiciones que nos ha concedido. Alabado sea, por haber hecho de este mundo una tierra de cultivo, para cosechar los frutos en esta vida y el más allá. Quien obre bien, encontrará recompensa, y debe agradecer a Allah. Quien haya obrado mal, se hará merecedor del castigo, y no debe culparse sino a sí mismo.
¡Hermanas y hermanos en el Islam! Tengamos temor de Allah (swt) pues la piedad es la mejor provisión y el camino más recto que todos debemos seguir. Allah (swt) dice en el Sagrado Corán: “¡Oh, creyentes! Teman a Allah como es debido y no mueran sino sometidos a Él.” (3:102)
Cierto día se encontraba el Mensajero de Allah (sws) con sus compañeros en una de sus reuniones benditas, cuando apareció un grupo de beduinos que venían de lejos. Habían hecho un largo viaje, para visitar al Profeta de Allah (sws) ya que hacía poco habían abrazado el Islam y querían conocerlo. Al verlos, el Profeta (sws) pudo observar que estaban descalzos; apenas tenían unas harapientas ropas para cubrir sus cuerpos, una vieja camisa o una capa rasgada. Estaban cansados, hambrientos y desamparados. Al verlos, la cara del Profeta (sws) se entristeció profundamente, y todos pudieron notarlo. Pero, ¿qué podía hacer el Profeta (sws) cuando en su misma casa a veces pasaban más de dos meses sin que se encendiera fuego para cocinar una comida, por la escasez? Pero al verlos así, el Profeta (sws) ingresó a su casa a buscar algo para darles. Pero así como entró, salió, con las manos vacías porque no encontró nada. Sin embargo, su intención de ayudar a estas personas no se agotó allí, sino que llamó a Bilal y le ordenó que hiciera el Adhán, luego el iqama, y todos rezaron la oración del Duhr. Cuando terminó, se subió al minbar, y luego de alabar a su Señor dijo:
“Vuestro Señor ha dicho en su Libro: “¡Oh, humanos! Temed a vuestro Señor Quien os ha creado a partir de un solo ser, del que creó a su esposa e hizo descender de ambos muchos hombres y de mujeres. Temed a Allah, en Cuyo nombre os reclamáis vuestros derechos, y respetad los lazos de parentesco. Por cierto que Allah os observa”. (4:1)
Después recitó otra aleya: “¡Oh, creyentes! ¡Temed a Allah! Y Que cada a lma considere cuanto ha realizado para el Juicio de mañana”. (59:18)
Entonces, se presentó el Profeta (sws) los invitó a que diesen de sus monedas de oro, o plata, o alguna ropa, un puñado de trigo, o dátiles –y llegó a decir- ¡Aunque sea medio dátil!”. Entonces se presentó un hombre de los Ansar con sus manos llenas de monedas de plata, casi no podía con ellas. Después de él, otros siguieron su ejemplo, llevando cosas para donar, hasta que hubo dos montones de comida y ropas.”
Entonces, en ese momento el rostro del Mensajero de Allah (sws) dibujó una sonrisa. Resplandecía de alegría, porque había podido materializar una ayuda para esos beduinos tan necesitados. Esa era una de las preocupaciones constantes del Profeta (sws): poder suplir las necesidades de la gente, ayudar al prójimo. Parado allí, delante de toda esa ayuda para esa gente, feliz, el Profeta (sws) no desaprovechó la oportunidad de dar una enseñanza vital, un ejemplo de vida, una regla de oro.
Luego dijo: “Quien sea el primero en hacer una buena obra en el Islam, tendrá la recompensa de su propia obra, pero también la de todos aquellos que sigan su ejemplo, sin que disminuya en nada la recompensa de ellos. Pero, tengan cuidado, porque quien sea el primero en hacer una mala obra, no solo cargará con su propia falta, sino que cargará con las faltas de todos aquellos que lo hayan tomado como ejemplo, sin que disminuya en nada el mal de ellos”. (Muslim 1017)
Así fue como el Profeta (sws) aprovechó esta situación para dar esa gran enseñanza. Ayudar al prójimo es un camino de entre los caminos que llevan al Paraíso, dar una caridad, una palabra de aliento, un consejo útil, una ayuda en un momento difícil.
Muchos son los ejemplos que nos dio el Profeta (sws) al respecto, pero observemos este por su simpleza y facilidad. El Profeta (sws) nos informó que en el Paraíso habrá una persona, disfrutando las bellezas y delicias del Jardín. ¿Cuál fue la obra que lo hizo ingresar al Paraíso? Vio una rama llena de espinas en uno de los caminos que transitaban los musulmanes, y la apartó, con la sincera intención de complacer a su Señor y que ninguna persona se viera lastimada por esas espinas.
Allah le agradeció su obra, y lo recompensó con el Paraíso. ¡Alabado sea el Generoso!
Hermanos y hermanas en el Islam pidan paz y bendiciones por el Profeta Muhammad, el mejor de los maestros y orientadores, tal como Allah nos enseña en el Corán: “Ciertamente Allah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él”. Corán 33:56
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