La historia de los Dueños del Foso
La historia mencionada en la Sura de Al-Borûÿ (Las constelaciones). En un largo hadiz del Profeta, que Allah le dé Su gracia y paz, se habla de un rey incrédulo cuyo pueblo era creyente y unitario y mandó cavar fosas en las que hizo encender fuegos y a las que fue arrojando a todos los que se negaban a renegar de su fe. Así hasta que llegó una mujer que llevaba un niño y se echó atrás no queriendo caer en el fuego, entonces el niño le dijo: "No temas, la verdad está contigo".
Ánas ibn Mâlik
Nos han llegado unos 2286 informaciones suyas relativas al Profeta. Se crió en la casa de Sidna Muhammad donde recibió el trato de un hijo. Ánas dijo: “Rasûlullâh (s.a.s.) nunca me preguntó por lo que yo hacía o dejaba de hacer, sino que decía: No sucede más que lo que Allah quiere que suceda”. Fue un hombre de costumbres muy austeras que había heredado de su larga convivencia con el Profeta. Abû Huráira dijo de él: “Nadie hace un Salat tan parecido al de Rasûlullâh como Ánas”. Pasó los últimos años en Basra (Iraq) donde murió el año 93 después de la Hégira. El Imâm Mâlik fue discípulo de aç-Çuhri que fue discípulo de Ánas.
‘Abd Allâh ibn ‘Umar
Ha transmitido unos 2630 hadices. Es el hijo del segundo califa ‘Umar ibn al-Jattâb y hermano de Hafsa que fuera esposa de Rasûlullâh (s.a.s.). Se hizo musulmán (tenía siete años) con su padre, pocos años antes de la Hégira. Salvo en Badr y Úhud, por ser demasiado joven, participó en todas las luchas que Sidnâ Muhammad sostuvo con los quraishíes de Meca. Tras la muerte de Rasûlullâh (s.a.s) siguió combatiendo en las fronteras del Islam. Estuvo en Palestina, Persia y Egipto. El Imâm Mâlik dijo de él: “El hijo de ‘Umar no desconocía nada del Profeta y sus Compañeros”. Además de su contacto directo con Sidna Muhammad, recogió información relativa a él de Abû Bakr, ‘Umar, ‘Uzmân, ‘Âisha, de su hermana Hafsa e Ibn Mas‘ûd. Y a su vez, fue maestro de muchos Tâbi‘în: Sa‘îd ibn al-Musayyib, aç-Çahri, Ibn Sîrîn, Nâfi‘, Muÿâhid, Tâwûs, ‘Ikrima.
Abu Huraira
Su nombre entero era Abdel Rahman Ibn Sajar al Dawsi Al Yamani y fue uno de los compañeros del profeta (saws). Antes de convertirse al Islam se llamaba Abdel Shams (adorador del sol) y al volverse musulmán tomo el nombre de Abdallah o Albdul Rahman.
Fue llamado Abu Huraira (el padre de la gatita) porque mientras cuidaba los rebaños de cabras de su gente, tenía una gatita con él, con la que jugaba. Cuando llegó a Medina el profeta (saws) se encontraba en la expedición contra Jaibar (7H. 629 d. C.) .
Fue un devoto musulmán y un miembro prominente de Ahl Al suffah (literalmente, los del banco, un grupo de musulmanes dedicados a la devoción, sin otra ocupación , que solían agruparse en un banco en las afueras de la mezquita en Medina). En un tiempo se ocupó de los asuntos de Medina y luego Umar lo nombró gobernador de Bahrayn.
Murió en Medina en el año 58 H./678 d.C. a los setenta y siete años. No tenía otra ocupación que escuchar las palabras del profeta (saws) . Siempre que este estaba fuera de su casa Abu Huraira permanecía con él y lo escuchaba atentamente. Tenía una extraordinaria memoria y no se olvidaba de nada. Las tradiciones del profeta (saws) que se narran bajo su autoridad se estiman en 3500.
El Profeta Zakariya y el Profeta Yahya
Zakariya y su mujer eran muy viejos, y para su desgracia no tenían aún hijos. Tenían muchas ganas de tener un hijo y, por eso. Zakariya le pidió a Dios: -Haz que mi mujer y yo tengamos un hijo antes de morir-.
Cuando Zakariya estaba haciendo su petición, se le apareció un ángel de Dios. -Has hecho una petición a Dios y Dios te ha escuchado-, le dijo el ángel. -Pronto, tu mujer tendrá un hijo y su nombre será Yahya. Será un hombre bueno y respetable, y será un profeta de Dios-.
Aunque Zakariya lo había pedido, se sintió sorprendido: -Pero si mi mujer y yo somos muy viejos-, dijo -¿Cómo podremos tener un hijo?
-Cuando Dios quiere una cosa, ésta ocurre-, le aseguró el ángel. -Como signo de que vas a tener un hijo, no podrás hablar con nadie durante tres días-.
Y así ocurrió que aún cuando Zakariya quería hablar con alguien, no podía mover la lengua. Sólo una vez pasados los tres días pudo volver a hablar. Entonces supo que iba a tener un hijo. Los dos, el y su mujer, estaban muy contentos. Rezaban a Dios y le daban gracias y, cuando les nació el hijo, le pusieron de nombre Yahya.
Yahya era un hijo bueno que quería a sus padres. Rezaba a Dios junto con su padre Zakariya y su madre. Los tres hacían siempre buenas acciones. Yahya era muy amable y bueno con toda la gente y con los animales. Nunca mostraba orgullo ni mal genio, y Dios le hizo Su Profeta. Yahya fue un servidor de Dios humilde y piadoso, y siempre le dijo a la gente que rezaran a Dios porque Dios había creado a la Humanidad.
La bendición que Dios dio a Yahya puede encontrarse en el Corán: “La paz estaba con él el día en que nació y en el día en que murió, y la paz estará con el cuando vuelva de nuevo a la vida”.
Todo aquel que sea tan bueno y piadoso como el Profeta Yahya, será bendecido por Dios con una paz eterna.
AL-KAUZAR
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Te hemos dado la abundancia. Reza, pues, a Tu Señor y ofrece sacrificios. Ciertamente, quien te odia está desahuciado.
El profeta Isa (Jesus)
La madre del Profeta Jesús se llamaba Maryam. Alguna gente la llama también María. Era una mujer muy piadosa, y en una ocasión un ángel de Dios se le apareció y le dijo:- Pronto vas a tener un hijo-. Y Maryam preguntó: -¿Pero cómo voy a tener un hijo si no tengo marido?- El ángel respondió: -Dios es todopoderoso. Cuando quiere que algo ocurra, ocurre. Tendrás un hijo, y su nombre será Jesús y será un gran profeta de Dios-.
Cuando Jesús nació, Maryam estaba sola. Estaba muy triste y hambrienta, porque no tenía nada que comer. Pero Dios vino en su ayuda. Hizo nacer un arroyo y un árbol de sabrosos frutos creció en el lugar en que Maryam estaba viviendo. Ahora ya no pasaría sed ni hambre.
Más adelante, Maryam volvió con su familia.
Ellos sentían gran curiosidad por el niño y le preguntaron: -¿Cómo lo conseguiste?
Pero Maryam no contestaba, y señalaba al niño. -¡No seas tonta, Maryam!-, le decía la gente. -¿Cómo vamos a preguntarle a un niño, que está aún en la cuna?
Pero entonces, para gran asombro de todos, oyeron decir al niño: -Soy el siervo de Dios. Me ha dado el Libro y me ha hecho Su Profeta. Nosotros, la Humanidad, debemos adorar sólo a Dios y ayudar a los pobres y darles parte, de nuestro dinero-.
Pasaron los años y Jesús creció y se hizo un hombre. Hablaba con frecuencia a la gente y les decía lo que Dios le había revelado. Les hablaba también de los profetas de Dios anteriores a él. Les decía: -Yo también soy un profeta de Dios y también soy un hombre como todos los demás profetas de Dios. Debéis creer en Dios y no adorar a nada excepto a El. Debéis ser buenos unos con otros y ayudaros mutuamente.
Alguna gente ha dado a lsa el nombre de Jesús. Dicen que Dios es el padre de Jesús. Nosotros sabemos que esto no es verdad. El propio Jesús ha dicho que el es solamente un profeta de Dios, aunque no tuviera padre. Dios no tiene hijos. Sólo los seres humanos tienen hijos e hijas.
Jesús trajo un Libro para la Humanidad. Este Libro se llama Inyíl (Evangelios), y Dios le dio este libro a Jesús. En el hay muchas historias y en él se afirma también que la Humanidad debe adorar sólo a Dios.
El Profeta Jesús recibió muchas bendiciones de Dios. Con la ayuda de Dios realizó muchos milagros. Pudo curar a los enfermos para que pudieran sentirse agradecidos a Dios y que obedecieran y adoraran solo a Dios. Jesús podía también devolver la vida a los muertos para que la gente fuera feliz y rezara a Dios y fueran agradecidos a El.
El Profeta Jesús habló a la gente de otro profeta que iba a venir más tarde y cuyo nombre sería el Profeta Ahmad. Fue Dios quien mandó al Profeta Jesús para que les dijera que iba a venir el Profeta Muhammad.
Hubo mucha gente que escuchó al Profeta Jesús y adoraron a Dios, pero hubo algunos que se negaron a escucharle y querían matarle. La gente malvada han querido siempre perseguir y matar a los profetas de Dios. Sabemos esto por las historias de Abraham y de José y de muchos otros profetas.
Pero cuando esta gente malvada estaba a punto de matar a Jesús, Dios vino en su ayuda, de la misma forma que ayudó a otros profetas cuando estaban en peligro.
Algunos dicen que el Profeta Jesús fue clavado en una cruz por sus enemigos y que murió de esta forma. Pero nosotros sabemos que esto no es verdad. Dios protegió al Profeta Jesús para que la gente no pudiera conseguir sus malvados propósitos. Dios dijo a Jesús: -Te dejaré morir en paz y luego vendrás a Mi y estarás conmigo. Aquellos que han sido tus seguidores y que me han rezado a Mi y han hecho el bien, serán traídos hasta Mi. Recibirán las mejores recompensas, porque han sido muy obedientes.
Esta es la forma en que Dios ayuda a Sus profetas cuando están en peligro, y El ayuda también a los que siguen a los profetas y adoran sólo a Dios y hacen el bien.
El profeta Suleiman
Salomón era hijo de David. Como ya sabéis, Salomón era ya muy justo cuando aún era un muchacho, y llegó a ser muy conocido y respetado por su sabiduría. Cuando se hizo un hombre, Dios le hizo Su Profeta. Dios le enseñó también a entender el lenguaje de los pájaros y de los animales. Pero, a pesar de su sabiduría y de sus grandes riquezas, Salomón nunca olvidó a Dios. Sabía que todo lo que es bueno viene de Dios. Por esto, siempre decía a su gente: -Dad gracias a Dios por el bien que os ha dado y por Su generosidad. Adorad a Dios y haced buenas obras.
Una vez, Salomón y sus soldados iban marchando por un valle habitado por hormigas. Salomón oyó como una hormiga le decía a otra -¡Rápido, apartaos del camino y escondeos!, ¡Vienen Salomón y sus soldados y nos pisarán, y ni siquiera se darán cuenta de que lo han hecho!
Salomón que, por supuesto, podía entender la lengua de las hormigas, se rió y ordenó a sus soldados que se detuvieran y esperaran a que las hormigas se pusieran a salvo. Luego rezó a Dios: -Oh Dios, ayúdame a hacer buenas acciones para que Tu estés satisfecho conmigo-.
Un día, Salomón llamó a todos los pájaros para que se reunieran en torno a el, pero cuando echó un vistazo a la bandada, se dio cuenta de que faltaba la Abudilla. Salomón esperó un tiempo y cuando estaba a punto de decidir no esperar más, apareció volando de repente la Abudilla y se posó junto a Salomón. -Vengo de una ciudad muy lejana que se llama Saba-, dijo la Abudilla. -La gente es muy rica y tienen una reina que se sienta en un trono magnífico. Aquella gente adora al sol y creen que es correcto tomar al sol como Dios. Pero se equivocan, ¿verdad que si? Nunca encontrarán el camino correcto hacia Dios si siguen así. Dios es el único al que las criaturas deben adorar-.
Salomón escribió entonces una carta a la Reina de Saba y mandó a la Abudilla para que se la entregara.
Cuando la reina de Saba recibió la carta mandó llamar a todos los sabios de la ciudad. -He recibido una carta de Salomón-, les dijo. -En ella, Salomón me escribe que debemos creer en Dios y adorarle sólo a El. ¿Qué me aconsejáis que debo hacer?
-Somos muy poderosos y podemos enfrentarnos con Salomón, pero tú debes decidir lo que vamos a hacer-, respondieron los sabios.
-Pero una guerra-, explicó la reina,-podría provocar la destrucción de nuestra ciudad, y nuestros mejores guerreros se convertirían en luchadores crueles. Por lo tanto, preferiría no declarar la guerra. En vez de eso, mandaré un regalo a Salomón-.
Cuando los enviados de la reina de Saba llegaron con el regalo, se quedaron muy sorprendidos al ver que Salomón se ponía muy enfadado. -¿Por qué me traéis estos objetos, en vez de seguir mi consejo?- les riñó Salomón. -Lo que Dios me ha dado es mejor que todos estos regalos. ¡Volvéos a vuestra reina y llevaos sus regalos!-
La Reina de Saba, cuando supo que Salomón había rechazado su valioso regalo, se quedó también muy, sorprendida. Y decidió entonces ir ella misma a ver a Salomón. Hizo reunir a la gente y realizó los preparativos para el viaje a la ciudad de Salomón.
Cuando la reina llegó, Salomón le habló acerca de Dios y ella comprendió lo equivocada que había estado al adorar al sol. -Estás en lo cierto-, le dijo a Salomón, -de ahora en adelante, sólo adoraré a Dios. El es nuestro único Señor y debemos obedecerle sólo a El-.
El profeta Daud (David)
David en su juventud era pastor. Era también muy fuerte y, valeroso. Una vez, un ejército de feroces guerreros vinieron a atacar a su gente. Entre ellos venía Goliat. Todos tenían, mucho miedo a Goliat, y nadie se atrevía a luchar contra el salvo David.
David desafié a Goliat a un combate y le mató. Esto atemorizó tanto a los enemigos de la gente de David que huyeron tan rápido como pudieron. Desde luego, David era muy valiente, pero Dios le había ayudado a triunfar sobre el poderoso Goliat. Dios dio también sabiduría, poder y habilidad a David. David era un herrero muy inteligente y hacía cosas maravillosas con hierro, como armas y armaduras.
David también sabía cantar muy bien. Cantaba para alabar honrar a Dios. Estas canciones que David había aprendido de los ángeles, fueron escritas en un libro que se llama el Zabur. Dios reveló este libro, el Zabur, a David, de la misma forma que había revelado a Moisés el libro que se llama la Taurat.
Dios hizo a David Su Profeta y le dio el gobierno de su gente Fue un gobernante muy justo y sy gente siempre acudía a 6 cuando tenían disputas entre ellos. Una vez, unas ovejas s escaparon durante la noche y fueron a entraren las tierras d otro hombre y se comieron todos los cultivos.. David decid' que como castigo, las ovejas debían ser entregadas a dueño de las tierras, que había perdido sus cultivos.
Cuando Salomón, el hijo de David, oyó esto, protestó y dijo-Pero la tierra sigue allí. Lo que se ha perdido es sólo la cosecha de este año. Por tanto, las ovejas no deben serle arrebatadas por completo a su dueño. Deberán serie devueltas a su dueño tan pronto como el otro recobre la pérdida de su cosecha.
David estuvo de acuerdo con el buen consejo de Salomón, y decidió solucionar el problema en la forma que Salomón había sugerido.
En la siguiente historia, leeréis más sobre Salomón, que fué elegido también por Dios para ser Su Profeta.
El Profeta Yunus (Jonás)
EL Profeta Jonás fue enviado por Dios a una gran ciudad en donde la gente había olvidado las órdenes de Dios y hacían muchas cosas que Dios había prohibido. Jonás les dijo: Debéis creer sólo en Dios y obedecer sólo a El. Debéis adorarle sólo a El y hacer el bien, si no lo hacéis así, caerá sobre vosotros un duro castigo.
Pero pronto descubrió Jonás que la gente no quería escucharle. Entonces, perdió la paciencia y enfadado se fue de la ciudad. Más tarde, Jonás decidió cruzar el mar y se marchó en un barco para hacer el viaje. Pero cuando el barco estaba en medio del océano, a Jonás le ocurrió una desgracia. Fue arrojado por encima de la borda y fue tragado por una ballena gigantesca. Sin embargo, afortunadamente, la ballena se había tragado a Jonás de un gran trago, de forma que llegó al estómago ileso.
Dentro del estómago de la ballena no había luz, y Jonás sintió mucho miedo. En la soledad, empezó a acordarse de lo que había ocurrido en la ciudad y llegó a la conclusión de que no debía haber actuado tan precipitadamente y haberse enfadado de aquella manera. Debía haberse quedado e insistir, hablando a la gente y pidiéndoles que se volvieran a Dios.
En su desesperación, Jonás empezó a rezarle a Dios con todo su corazón. Dijo: “Oh Dios, no hay dios sino Tú. Solo a Ti alabo y doy honra. He hecho mal; si Tú no me ayudas, estaré perdido para siempre".
Dios escucha las oraciones de aquellos que le rezan a El y de aquellos que creen en El. Dios escuchó la oración de Jonás y le hizo salir del vientre de la ballena para ser arrojado por las olas del mar a la orilla. El pobre Jonás estaba en un estado lamentable y se quedó echado en la arena, débil, enfermo y desamparado. Se sentía terriblemente triste, pero Dios hizo crecer un árbol y este árbol dio a Jonás sombra y fruta con que alimentarse. Poco después, Jonás había recuperado su salud y su fuerza.
Cuando estaba ya mejor, Dios volvió a enviar a Jonás a la ciudad. Pero esta vez, la gente escuchó a Jonás cuando el les dijo: Debéis creer en Dios y adorarle sólo a El. Debéis hacer el bien.
El profeta Musa (Moises)
En la tierra de Egipto, en donde una vez habían vivido los hijos de Abraham, de Jacob y de José, reinaba por entonces, un Faraón perverso y malvado. Un día, ese Faraón malvado ordenó que todos los niños varones de los descendientes de José debían morir. Dio esta orden porque no quería que los descendientes de José aumentaran y se hicieran más poderosos que su propia gente.
Fue precisamente en este tiempo tan peligroso cuando nació Moisés. Dios envió un mensaje a su madre, diciéndole que pusiera al pequeño Moisés en una pequeña cesta y que pusiera la cesta en el río. De esta forma, Moisés podría escapar al terrible destino que el Faraón había decretado
La cesta que contenía al niño fue encontrada por la mujer del Faraón. Esta mujer era amable y de buen corazón, y se llevó a Moisés al palacio. Nadie sabía quienes eran sus padres, pero la mujer del Faraón quería quedarse con él, y entonces buscó una nodriza para que lo amamantase. Dios hizo que la propia madre de Moisés fuera traída al palacio para que la tomaran como nodriza de su propio hijo. Así se salvó la vid del bebé Moisés y, por la ayuda de Dios fue devuelto a su propia madre.
Moisés se crió en el palacio del Faraón y fue educado por los mejores maestros, que hicieron de él un hombre inteligente y capaz.
Cuando Moisés se hizo un hombre, tuvo que dejar la tierra del Faraón para realizar un viaje. En el camino, pasó junto a un pozo en donde los pastores daban de beber a sus ovejas. Moisés se encontró allí a dos mujeres que también querían dar agua a sus ovejas. Pero no podían acercarse al pozo antes de que los pastores apartaran sus rebaños del mismo. Moisés les ayudó a dar de beber a su rebaño y cuando las dos mujeres volvieron a casa, le contaron a su anciano padre lo que había ocurrido. El mandó a una de ellas para que fuese a invitar a Moisés a venir a su casa. Pasado un tiempo, el padre le ofreció a una de sus hijas por esposa y Moisés aceptó. En adelante, Moisés llevó una vida feliz con su familia y con el anciano, habitando junto al pozo.
Pasados algunos años, Moisés y su familia iban de viaje por el país cuando, de repente, vieron un gran fuego. Moisés dijo a su familia que se quedaran allí y se fue solo a averiguar qué era aquel fuego. Cuando se iba acercando, oyó una voz: ¡Oh Moisés!, -dijo la voz-, Soy Dios, tu Señor. Voy a hacerte Mi Profeta. Debes ir a la gente y decirles que hay un sólo Dios, ALLAH. Que les ha creado. Deben, por tanto, ser agradecidos y rezar sólo a Dios y esforzarse en hacer el bien. Lleva contigo a tu hermano Harun (Aarón) e id al Faraón y a su gente y dadles Mi mensaje.
Moisés se fue a Egipto y le dijo al Faraón: Dios, el Señor de los mundos, me envía a ti. Soy el enviado de Dios y te traigo la verdad. Debes dejar en libertad a los descendientes de José, que están siendo oprimidos en esta tierra y permitir que se vengan conmigo.
Cuando el Faraón oyó esto, se puso furioso y gritó: ¡Mientes! Nadie sino yo, el gran Faraón de Egipto, es el señor del mundo. Soy el rey más poderoso de la tierra. Debes estar loco para atreverte a decir lo contrario. ¡Si me desobedeces, te meteré en prisión!
Pero Moisés no tuvo miedo de la ira del Faraón, ni de sus palabras. Con la ayuda de Dios te enseñaré que Dios es más poderoso que todos los hombres y también más poderoso que tú. Moisés tomó entonces su vara y la tiró al suelo. De repente, la vara se convirtió en una gruesa y larga serpiente enroscada.
Evidentemente, eres un mago, -dijo el Faraón al ver esto-, hará llamar a todos los magos del país y entonces veremos quien hace mejor magia, ellos o tú.
Así todos los magos fueron llamados al palacio del Faraón. Llevaban consigo muchas varas y las convirtieron en serpientes. Pero entonces Moisés volvió a tirar su vara al suelo y de nuevo se convirtió en serpiente, y esta serpiente se comió a todas las serpientes que habían hecho los magos.
Los magos se quedaron sorprendidos y dijeron. Creemos en Dios. Que ha mandado a Moisés como Su Profeta; Dios es verdaderamente mucho más poderoso que todos y cada uno de nosotros.
El Faraón estaba furioso, y dijo: ¿Vais a creer en algo antes de que yo os dé permiso para creer en ello?, ¡se os cortarán a todos las manos y los pies como castigo! -les gritó a los magos-.
-¿Quieres vengarte de nosotros sólo porque creemos en los signos de Dios-, respondieron los magos. Nos hagas lo que nos hagas, seguiremos volviéndonos a Dios. Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos ayude a ser firmes y pacientes. De esta manera los magos, que eran antes hombres avariciosos, fueron convertidos en siervos de Dios, buenos y creyentes.
Moisés fue entonces a encontrarse con los descendientes de José, que estaban sufriendo una gran opresión bajo el gobierno de este Faraón malvado, y les dijo: Nos iremos de Egipto. Pero después de que hubieran salido, el Faraón salió tras de ellos con sus soldados para traerles de vuelta.
Moisés y su gente apresuraron la marcha hasta que llegaron por fin al mar. Pero entonces el faraón y sus soldados estaban acercándose a ellos y la gente empezó a sentir mucho miedo. Pero Dios vino en su ayuda y separó las aguas para que Moisés y su gente pudieran pasar andando por medio y llegar al otro lado. Cuando el Faraón y sus soldados llegaron al mar, entraron cabalgando detrás de ellos, pero no pudieron alcanzar a Moisés y a su gente antes de que llegasen al otro lado. De repente, mientras el Faraón y sus soldados seguían cabalgando a través del fondo del mar, las aguas se volvieron a cerrar y todos se ahogaron. Dios salvó así a Moisés y a su pueblo porque le adoraban sólo a El. Sin embargo, el Faraón, que se negó a creer en Dios, que era orgulloso y hasta quiso meter a Moisés en la cárcel, no pudo hacer nada para salvar a su ejército.
Una vez que consiguieron escapar, Moisés y su pueblo vagaron por el desierto muchos años. Un día, Moisés recibió la orden de Dios de subir a una alta montaña. Moisés pasó allí cuarenta días con sus noches rezando a Dios y escuchando lo que Dios les tenía que decir a el y a su pueblo. Pero que Moisés estuviera fuera cuarenta días y cuarenta noches les pareció a su gente demasiado tiempo y se pusieron impacientes. Decidieron hacer un becerro de oro y adorarlo. Cuando Moisés bajó de la montaña, vio el becerro y se puso muy enfadado. Rompió el becerro en mil dedazos y reprendió a su pueblo tan fuertemente que sintieron vergüenza de sí mismos. Nunca debéis adorar nada aparte de Dios, les dijo Moisés.
Moisés entregó a su pueblo un libro que Dios le había revelado en la montaña. Este libro se llama la Taurat. En la Taurat, se declara lo que los hombres deben hacer y lo que no deben hacer. Nunca deben adorar nada distinto de Dios. No deben matar a otro hombre. No deben tomar cosas que no les pertenezcan. Deben hacer el bien a sus padres y a su prójimo.
El pueblo de Moisés comprendió entonces que habían sido muy desagradecidos con Dios, porque Dios había sido quien les salvó del Faraón y de sus soldados. Rezaron entonces a Dios y le dieron gracias por lo que El había hecho por ellos. pidieron Su perdón y prometieron esforzarse mucho en hacer buenas obras.
Dios perdona a los que sienten vergüenza por las malas acciones que han hecho, y están dispuestos a corregir sus errores y volverse a Dios.
El Profeta Yusuf (José)
José tenía once hermanos. Diez eran mayores que él, y uno más pequeño. José era un muchacho muy bueno y de agradable aspecto y su padre Jacob le quería mucho. Desgraciadamente, esto daba celos a sus otros once hermanos, y por ello, decidieron deshacerse de José.
Un día, llevaron a José a un pozo profundo y le tiraron dentro de él. Luego, llevaron la camisa de José y la mancharon de sangre de cordero. Le enseñaron después la camisa a su padre y le dijeron: -"Nuestro hermano José ha muerto. Se lo ha comido un lobo”-.
Al oír esto, Jacob se llenó de tristeza y lloró amargamente por su hijo querido. Pasaron los años, y Jacob se hizo viejo y perdió la vista. Pero su confianza en Dios siguió siendo firme e inquebrantable. Jacob rezaba intensamente a Dios y nunca perdió la esperanza de que José siguiera con vida y de que un día se reuniría con él. Jacob estaba seguro de que así sería. Jacob estaba en lo cierto, porque cuando José se encontró en el fondo del pozo, también él había rezado a Dios. Entonces, una caravana de mercaderes pasó junto al pozo y al descubrir a José le sacaron y le llevaron a Egipto con ellos. Allí, José fue vendido en el mercado a un hombre y a su mujer que no tenían hijos.
En la vida ocurre a veces que una persona es acusada injustamente de un delito que no ha cometido. Esto fue lo que le ocurrió a José cuando llegó a ser un hombre. Le encerraron en la prisión, sin haber hecho nada malo. Solamente Dios sabe lo que es mejor para el hombre, y El ayuda a aquellos que tienen fe en El.
Algunos años más tarde, cuando José estaba aún en prisión, el Faraón de Egipto tuvo un sueño que le produjo gran preocupación. Les dijo a sus cortesanos: -"Veo a siete vacas grandes que son devoradas por siete vacas flacas, y siete espigas verdes y siete espigas secas”-. Pero ninguno de los cortesanos pudo explicar lo que significaba el sueño.
Más tarde el Faraón se enteró de que José, que seguía en prisión, sabía cómo interpretarlo. Entonces, el Faraón mandó llamar a José y éste se lo explicó: -Su sueño significa que los próximos siete años serán buenos y se producirán grandes cosechas, pero los siete años siguientes serán malos, de escasez y de hambre. ¡Por tanto, debéis recolectar y guardar todo cuanto podáis del grano de los primeros años y almacenarlo para los años de hambre!
El Faraón se sentía muy agradecido hacia José y le pidió ayuda para vencer la escasez, porque vio que José era un hombre sabio y capaz. José aceptó, y el Faraón le nombró tesorero y encargado de los graneros de Egipto.
Cuando llegó la escasez y se extendió por todo el país, afectó también a la gente de la tierra de José. Ellos también sufrieron el hambre, y durante este tiempo, los hermanos de José llegaron a Egipto. Querían comprar grano de las grandes reservas que José le había dicho a los egipcios que acumularan. Dios hizo que cuando llegasen a Egipto, los hermanos tuviesen que presentarse ante José. Al principio no le reconocieron, porque creían que había muerto hacía tiempo. Sin embargo, más tarde se dieron cuenta de que era José, y se sintieron avergonzados de lo que habían hecho hacía años. Suplicaron a José que les perdonara y José les perdonó. Llevad mi camisa a mi padre, así recobrará la vista, dijo José, y traedme a toda la familia.
El anciano padre se llenó de felicidad. Siempre había creído que José seguía con vida y nunca había dejado de rezar a Dios. Padre e hijo se dieron un abrazo. Fue una reunión maravillosa para ellos, después de tanto tiempo de separación. Después, el padre y los hermanos de José se quedaron a vivir en Egipto. Formaron una gran familia y tuvieron muchos descendientes. Y en la historia de Moisés sabréis lo que les ocurrió a aquellos descendientes.
José, que era un hombre noble, bueno y profeta de Dios, les había dicho siempre a los egipcios: -Debéis adorar sólo a Dios. Quien os ha creado, y hacer buenas obras.
El Profeta Shu'aib
Dios ha mandado un profeta a cada pueblo. El Profeta Shu’aib fue enviado al pueblo de Madyan. Estas gentes, que eran mercaderes y comerciantes, eran también llamados “los habitantes del bosque” porque vivían cerca de un espeso bosque.
Su'aib les dijo: -Debéis rezar a Dios que os ha creado. No debéis engañar a la gente que viene a comprar vuestras mercancías.
Pero los habitantes del bosque no escucharon a Su'aib. Querían ganar mucho dinero, y engañando a sus clientes ganaban. Así que siguieron haciéndolo. Y lo que es peor, se negaban a escuchar lo que Shu'aib les decía.
-Sal de nuestra ciudad o te echaremos a pedradas-, llegaron a amenazarle los habitantes del bosque. -Si lo que dices fuera verdad, habríamos sido castigados hace muchos años. No creemos en ti y no vamos a adorar a Dios. No tenemos miedo a Su castigo-.
El castigo de Dios no tardó en caer sobre ellos. Todos murieron en un sólo día por un terrible terremoto. Las grandes cantidades de dinero que habían ganado y amontonado no les sirvieron de ayuda. Sus engaños fueron castigados y de nada les sirvió el conseguir precios altos y enriquecerse rápidamente.
Cuando la ciudad fue destruída, Shu'aib y sus compañeros que creían en Dios se salvaron. AL morir los habitantes del bosque, Shu’aib les dijo: -Siempre os recordé que debeíais adorar a Dios y os avisé de que no engañarais a otra gente. ¡Ahora Dios os ha castigado!-
EL Profeta Lut (Lot)
El Profeta Lut y su familia vivían entre gentes muy desobedientes y malvadas. Estas gentes hacían muchas cosas que Dios había prohibido. Así que Dios ordenó a Lut que les dijera: -Debéis dejar de hacer el mal y creer en Dios. Dios me ha enviado para avisaros de un castigo terrible que caerá sobre vosotros si no le obedecéis.
Pero la gente se negó a escuchar a Lut. Y llegaron a reírse de el porque no les acompañaba cuando hacían cosas malvadas.
Un día, unos visitantes vinieron a ver a Lut. La gente malvada quiso coger a sus visitantes para hacerles daño. Lut temía que no iba a poder proteger a sus invitados. Pero, para gran sorpresa y alivio de Lut, los visitantes dijeron: -No tienes por qué tener miedo. Estos malvados no pueden hacernos daño, porque nosotros somos enviados de Dios. Hemos venido de parte de Dios para decirte que lleves a tu familia y abandones la ciudad por la noche. Ninguno de vosotros debe volver la cabeza para mirar atrás, ni quedarse rezagado. Sólo los que salgan sin mirar hacia atrás se salvarán-.
Enseguida Lut, se dio cuenta de que eran verdaderamente ángeles enviados por Dios. Habían venido para que Lut y su familia pudieran escapar y ponerse a salvo, porque Dios iba a castigar a los malvados de aquella ciudad. Lut y su familia, que habían creído y rezaban a Dios iban a ser salvados.
Inmediatamente, Lut y su familia se prepararon y salieron de su casa por la noche cuando estaba oscuro, para que la gente malvada no les viera. Pero, justo cuando estaban alejándose, la mujer de Lut se volvió y se quedó rezagad, negó a creer en Dios y fue desobediente. Y por eso no se salvó del castigo y de la muerte cuando Dios envió una lluvia de fuego y de piedras. Todas las casas de la ciudad quedaron destruidas y los desobedientes murieron bajo la lluvia de fuego y piedras.
Solamente Lut y el resto de su familia fueron rescatados ellos alabaron a Dios y le dieron gracias por haberles salvado.
El Profeta Ibrahim (Abraham)
Abraham fue un gran profeta. Cuando era joven vivía entra gentes que rehusaban adorar a Dios y adoraban en su lugar otras cosas, como los ídolos que habían hecho con sus propias manos. En una ocasión, Abraham le dijo a su padre:-“¿Tomas acaso a estos ídolos por dioses? Si lo haces entonces tú y tu gente estáis extraviados-“
Abraham sabía que no era correcto adorar ídolos, porque iba en contra de la voluntad de Dios.
Dios le había enseñando además muchas otras cosas a Abraham. Una noche, por ejemplo, Abraham vio una estrella brillante en el cielo y dijo: -“¡Ese es mi Dios!"- Pero cuando la estrella desapareció, Abraham comprendió que la estrella, no era Dios.
En otra ocasión, Abraham vio la luna que brillaba intensamente en el cielo por la noche, y de nuevo dijo: --“¡Ese es mi Dios!"-Pero cuando la luna desapareció, Abraham comprendió que la luna no era Dios.
Por fin, vio al sol brillante que salía por la mañana y dijo, -“¡Este debe ser mi Dios porque es la cosa más grande que hay en el cielo¡”-. Pero cuando llegó el atardecer, Abraham comprendió una vez más que éste no era Dios, pues Dios es Eterno. Abraham dijo entonces: -“Oh gente mía, soy libre de vuestra culpa al adorar a otros dioses aparte de Dios. Con firmeza y sinceridad vuelvo mi rostro a Aquel que creó los cielos y la Tierra, y nunca adoraré a otra divinidad excepto a Dios”-. Abraham, entonces, quería adorar sólo a Dios;
Aquel que es el Creador de todas las cosas. Porque Dios había creado las estrellas, el sol y la luna. Dios es el Señor de los mundos.
Abraham fue a las gentes y les dijo que debían adorar sólo a Dios. Porque es Dios Quien ha creado las estrellas, el sol y la luna. Dios ha creado también las plantas, y los animales como alimento. El sol, la luna y las estrellas no producen nada de comer. Dios ha hecho la Tierra para que la gente pueda vivir en ella. Por tanto, la gente debe apartarse de sus falsos dioses y adorar a Dios, y hacer siempre el bien.
Abraham les habló de todas las cosas y les dijo además a su padre y a su gente: --“¿Qué son esas imágenes a las que sois tan aficionados?”- “-Nuestros padres las adoraban”-, respondieron. –“Vosotros y vuestros padres, habéis estado todos extraviados”-, contestó Abraham. Entonces les informó de que debían adorar sólo a Dios, que había creado todas las cosas.
Abraham tenía también un plan para deshacerse de los ídolos. Cuando la gente estaba fuera, Abraham destrozó todos sus ídolos e imágenes. Pero dejó intacto al más grande de todos los ídolos. Cuando la gente descubrió que todos sus ídolos fueron destruidos y hechos pedazos, se pusieron muy enfadados. –“¿Quién ha hecho esto a nuestros ídolos?”-, gritaron.
Entonces, algunos de ellos recordaron haber oído a Abraham hablar en contra de sus ídolos. Así que trajeron a Abraham y le preguntaron: -“¿Fuiste tu el que hizo esto a nuestros dioses, Abraham?”- El respondió: -“No, fue el mayor de todos ellos el que lo hizo. ¿Porqué no les preguntáis, si es que saben hablar perfectamente?”-
Al oír esto, los idólatras sintieron vergüenza. –“Tu sabes bien que no pueden hablar”-, dijeron a Abraham. –“¿Adoráis entonces cosas que no os benefician ni os hacen daño?”-, les preguntó Abraham.
Al oír esto, la gente se enfadó aún más. Como venganza, arrojaron a Abraham a una hoguera. Abraham podía haber salido con graves quemaduras, o quizás haber muerto. Pero tenía la ayuda de Dios.
Dios enfrió el fuego y Abraham no se quemó nada.
Tiempo después, Abraham dejó a esa gente idólatra y se fue a otro país. Cuando era un anciano tuvo dos hijos varones, Ismael e Isaac. Los dos eran hombres justos y honestos, y ambos fueron profetas de Dios. Un hijo de Isaac, llamado Jacob, también fue profeta. Como podéis ver, Abraham y sus hijos fueron muy bendecidos por Dios.
Pero antes, Abraham tuvo que atravesar una gran prueba. Un .Ángel se le apareció y le dijo: -Tienes que sacrificar a tu único hijo-. Abraham se puso muy triste al oír esto, pero de todas maneras, sabía que Dios le había dado una orden y él tenía que obedecerla. Pero antes de nada, le preguntó a su hijo si estaba conforme. El hijo era bueno y piadoso, y consoló a su padre y le dijo tranquilamente: -Querido padre, si Dios lo ha ordenado tienes que obedecer, así que sacrificarme. No temas: con la ayuda de Dios, seré valiente.
Lleno de tristeza, Abraham se dispuso a matar a su hijo. Pero antes de que lo hiciera, oyó una voz: -Has demostrado tus buenas intenciones-, le dijo la voz a Abraham -con esto basta-. Has cumplido ya la voluntad de Dios.
Así se salvó el hijo de Abraham, y éste comprendió que Dios le había estado probando. Por supuesto, Abraham se llenó de alegría por no tener que matar a su hijo. Ambos dieron gracias a Dios y en su lugar sacrificaron a un animal, tal como Dios había ordenado.
Para recordar esta ocasión los musulmanes celebramos este día todos los años, y como hicieron Abraham y su hijo, sacrificamos un animal. Esto nos recuerda que Dios puso prueba a Abraham para ver si realmente le obedecería. El Profeta Abraham pasó la prueba y nosotros lo celebramos en recuerdo de esto. Al igual que el Profeta Abraham, nosotros también compartimos la carne del animal sacrificado. con los pobres y con nuestros amigos. En esta ocasión, también agradecemos a Dios todo lo que nos ha dado y la lección que nos ha enseñado con la salvación del hijo de: Abraham.
Más tarde, Abraham y su hijo Ismael construyeron la Ka’ba en Makka, y en aquella ocasión rezaron: Oh Dios, acoge esta casa en Tu gracia y ayúdanos a nosotros y a la gente que viene a nosotros para que seamos verdaderamente buenos musulmanes.
Dios oyó esta oración, bendijo la Ka’ba y la ciudad de, Makka. Hasta hoy día, los Musulmanes de todo el mundo vuelven y se ponen en la dirección a la Ka’ba en Makka cuando rezan. De todo el mundo llegan los Musulmanes al Ka'ba durante el tiempo de la peregrinación. Vienen a pié, en camellos, en coches y en aviones. La Ka’ba es la casa de la oración más antigua que Dios tiene sobre la Tierra. En La Ka'ba, todos los Musulmanes rezan juntos a Dios, y esto incluye a todos los que vivieron antes que nosotros, a todos los que viven hoy y todos los que vivirán en el futuro.
El Profeta Saleh
La gente de Zamud entre los que vivía el Profeta Saleh tenían bellos huertos. Había allí pozos, palmeras y árboles que se cargaban de frutos. Las casas de Zamud estaban excavadas en las rocas y en las montañas.
-Adorad sólo a Dios-, les dijo Saleh a su gente. No tenéis más divinidad que Dios, y por tanto debéis hacer el bien. Os estoy dando un buen consejo: Debéis creer lo que os digo, porque Dios me ha hecho Su Profeta.
Pero sólo aquellas gentes de Zamud que no fueran ni ricos ni poderosos creyeron e hicieron lo que decía el Profeta Saleh. Los ricos y poderosos de Zamud le dijeron a Saleh: No creemos lo que dices y no vamos a seguir tus consejos. No eres más que un hombre, igual que cualquiera de nosotros. Si dices la verdad, muéstranos un signo.
Saleh trajo una camella y les dijo: Esta camella será para vosotros un signo de Dios. Dejadla que paste en la pradera y que beba cuando esté sedienta. Pensad en lo bueno que Dios ha sido con vosotros y en todo lo que El os ha dado. Debéis evitar hacer el mal y causar daño en esta tierra. Si no lo hacéis, caerá sobre vosotros un castigo severo.
A pesar de las recomendaciones y la enseñanza de Saleh, la arrogante y poderosa gente de Zamud siguieron sin prestarle atención. En vez de dejar a la camella en paz que pastara en la pradera, hicieron algo muy cruel: le cortaron los tendones de las patas. Con esto desafiaron abiertamente las órdenes de Dios. Después llamaron a Saleh y le dijeron: Tráenos ahora el castigo del que nos has estado advirtiendo, o no creeremos que seas el Profeta de Dios.
El desastre con el que Saleh les había amenazado se produjo. Pasados tres días hubo un terremoto terrible y todos los malvados perecieron. Este fue su castigo por no obedecer a Dios.
-Adorad sólo a Dios-, les dijo Saleh a su gente. No tenéis más divinidad que Dios, y por tanto debéis hacer el bien. Os estoy dando un buen consejo: Debéis creer lo que os digo, porque Dios me ha hecho Su Profeta.
Pero sólo aquellas gentes de Zamud que no fueran ni ricos ni poderosos creyeron e hicieron lo que decía el Profeta Saleh. Los ricos y poderosos de Zamud le dijeron a Saleh: No creemos lo que dices y no vamos a seguir tus consejos. No eres más que un hombre, igual que cualquiera de nosotros. Si dices la verdad, muéstranos un signo.
Saleh trajo una camella y les dijo: Esta camella será para vosotros un signo de Dios. Dejadla que paste en la pradera y que beba cuando esté sedienta. Pensad en lo bueno que Dios ha sido con vosotros y en todo lo que El os ha dado. Debéis evitar hacer el mal y causar daño en esta tierra. Si no lo hacéis, caerá sobre vosotros un castigo severo.
A pesar de las recomendaciones y la enseñanza de Saleh, la arrogante y poderosa gente de Zamud siguieron sin prestarle atención. En vez de dejar a la camella en paz que pastara en la pradera, hicieron algo muy cruel: le cortaron los tendones de las patas. Con esto desafiaron abiertamente las órdenes de Dios. Después llamaron a Saleh y le dijeron: Tráenos ahora el castigo del que nos has estado advirtiendo, o no creeremos que seas el Profeta de Dios.
El desastre con el que Saleh les había amenazado se produjo. Pasados tres días hubo un terremoto terrible y todos los malvados perecieron. Este fue su castigo por no obedecer a Dios.
El Profeta Hud
Hace muchos años, existía un pueblo de gente muy instruida y trabajadora. Era la gente de Ad, que construían casas hermosas y grandes. En la cima de cada montaña habían construido una torre y estaban muy orgullosos de sus hermosos edificios.
Entre la gente de Ad vivía un hombre llamado Hud, y Hud había sido escogido por Dios para que fuera Su profeta.
Dios me ha enviado a vosotros, dijo Hud a su gente. Dios os ha enseñado todo lo que sois capaces de hacer. El os ha dado muchos hijos y muchos animales. Debéis, por tanto dejar de adorar a vuestros falsos dioses. Adorad sólo a Dios y obedeced Sus órdenes. Haced el bien y no cometáis injusticias ni maldades. Escuchad lo que os digo porque, si no lo hacéis, temo que caiga sobre vosotros un castigo.
Pero la gente de Ad despreciaron a Hud: -No creas que te vamos a hacer caso-, se burlaban. –No vamos a abandonar nuestros dioses sólo porque tú lo digas. Después de todo ¿quién eres tú? No eres más que un mentiroso. Si no eres un mentiroso, pruébalo: dile a Dios que nos mande el castigo-.
Hud se puso muy triste y enojado al oír esto. -No soy un mentiroso-, les dijo, -Soy un Profeta de Dios. ¿Creéis acaso que las casas que habéis construido durarán para siempre?. Recordad que es Dios Quien os ha dado vuestras riquezas El es mi Señor y vuestro Señor, y en El sólo confío. Ya os he avisado con antelación: Si no obedecéis a Dios, El elegirá otro pueblo para que tome vuestro lugar. Dios sabe y oye todas las cosas. Pero a pesar de las advertencias de Hud, la gente de Ad siguieron adorando a sus falsos ídolos. Hud estaba muy enojado. Reunió a sus compañeros fieles y marchó con ellos, dejando a la gente de Ad. De esta forma como pronto veréis, Dios protegió y guardó del mal a los que creyeron en El.
Poco tiempo después, una gigantesca nube negra apareció en el cielo sobre la gente de Ad. Cuando los incrédulos de Ad la vieron, dijeron: Esta nube nos traerá una lluvia refrescante.
Pero estaban en un gran error. La nube trajo un viento terrible que los mató a todos. El viento arrastró todo a su paso Nada quedó en pie salvo unas pocas piedras grandes, que eran los restos de las casas y de las torres. No vale de nada por lo tanto, construir y hacer muchas cosas. Si uno no obedece a Dios, el castigo va a llegar y todo lo que uno ha construido se convertirá en ruinas.
El Profeta Nuh (Noé)
Noé era un profeta que vivió muchos años después de Adam. La gente con la que vivía Noé se negaba a escucharle. Cuando les dijo que debían adorar sólo a Dios y hacer el bien, no le prestaron atención. Noé les dijo que serían castigados duramente por ignorarle a él y al mensaje que traía de parte de Dios. Aún con eso, la gente no creyó lo que Noé les decía. Se reían de él y decían:-“¡Eres sólo un hombre como nosotros. Solo los pobres y los débiles creen en ti. Si dices la verdad, enséñanos el castigo con el que nos amenazas. No eres más que un mentiroso!”-
-“¡Yo no quiero nada de vosotros”-, les contestó Noé, -“ y nunca rechazaré al pobre ni al débil. En cuanto al castigo, Dios lo hará caer sobre vosotros cuando El quiera. No os imagináis que podéis detener los planes de Dios!”-
Noé se sentía a la vez triste y enojado de que la gente no escuchara su mensaje. Pero Dios le informó de que no debía sentirse así. Había un trabajo mucho más importante que hacer. Noé debeía construir un gran barco.
Siguiendo las instrucciones de Dios, Noé empezó a construir el barco en tierra. La gente que pasaba, lo veían y se burlaban de el y de su barco. Pero Noé tenía una advertencia que hacerles. –“¡Ahora hacéis burla de nosotros”-, les dijo, -“pero pronto sabremos quién va a sufrir el castigo severo!”-
Cuando el barco estuvo terminado, comenzó a llover sin parar y las aguas de la tierra empezaron a crecer. Dios le ordenó a Noé que entrara en el barco junto con su familia y todos aquellos amigos suyos creyentes. Noé debía llevarse también un macho y una hembra de cada especie de animal que había en la tierra.
Noé hizo lo que se le ordenaba, y luego dijo: -“En el nombre de Dios, ahora navegaremos y cuando llegue el momento apropiado, volveremos a la tierra”-.
Las aguas siguieron creciendo cada vez más, hasta que inundaron todos los valles. Noé vio a uno de sus hijos que aún no había subido al barco lleno de preocupación le gritó: -“Oh hijo mío, sube a bordo con nosotros para que no seas de los incrédulos”-. Pero su hijo se negó y le contestó a Noé: -“Me subiré a la gran montaña y el agua no me alcanzará”-.
Noé se puso aún más preocupado: -“¡Sólo aquellos que escuchan a Dios pueden encontrar protección!”-, exclamó dirigiéndose a su hijo. Pero justo en aquel momento llegó una ola gigantesca y mucha gente se ahogó. Y entre ellos estaba el hijo de Noé.
La lluvia continuó durante mucho, mucho tiempo. El agua creció tanto que llegó a cubrir todas las montañas. Pero al fin dejó de llover y las inundaciones descendieron. Entonces, el barco de Noé se posó tranquilamente junto a una montaña y fue saliendo toda la gente y los animales que habían estado en el barco. Noé, su familia y sus amigos dieron gracias a Dios de todo corazón, porque El les había salvado.
-“¡Yo no quiero nada de vosotros”-, les contestó Noé, -“ y nunca rechazaré al pobre ni al débil. En cuanto al castigo, Dios lo hará caer sobre vosotros cuando El quiera. No os imagináis que podéis detener los planes de Dios!”-
Noé se sentía a la vez triste y enojado de que la gente no escuchara su mensaje. Pero Dios le informó de que no debía sentirse así. Había un trabajo mucho más importante que hacer. Noé debeía construir un gran barco.
Siguiendo las instrucciones de Dios, Noé empezó a construir el barco en tierra. La gente que pasaba, lo veían y se burlaban de el y de su barco. Pero Noé tenía una advertencia que hacerles. –“¡Ahora hacéis burla de nosotros”-, les dijo, -“pero pronto sabremos quién va a sufrir el castigo severo!”-
Cuando el barco estuvo terminado, comenzó a llover sin parar y las aguas de la tierra empezaron a crecer. Dios le ordenó a Noé que entrara en el barco junto con su familia y todos aquellos amigos suyos creyentes. Noé debía llevarse también un macho y una hembra de cada especie de animal que había en la tierra.
Noé hizo lo que se le ordenaba, y luego dijo: -“En el nombre de Dios, ahora navegaremos y cuando llegue el momento apropiado, volveremos a la tierra”-.
Las aguas siguieron creciendo cada vez más, hasta que inundaron todos los valles. Noé vio a uno de sus hijos que aún no había subido al barco lleno de preocupación le gritó: -“Oh hijo mío, sube a bordo con nosotros para que no seas de los incrédulos”-. Pero su hijo se negó y le contestó a Noé: -“Me subiré a la gran montaña y el agua no me alcanzará”-.
Noé se puso aún más preocupado: -“¡Sólo aquellos que escuchan a Dios pueden encontrar protección!”-, exclamó dirigiéndose a su hijo. Pero justo en aquel momento llegó una ola gigantesca y mucha gente se ahogó. Y entre ellos estaba el hijo de Noé.
La lluvia continuó durante mucho, mucho tiempo. El agua creció tanto que llegó a cubrir todas las montañas. Pero al fin dejó de llover y las inundaciones descendieron. Entonces, el barco de Noé se posó tranquilamente junto a una montaña y fue saliendo toda la gente y los animales que habían estado en el barco. Noé, su familia y sus amigos dieron gracias a Dios de todo corazón, porque El les había salvado.
El Profeta Adam (Adán)
Adam fue el primer hombre creado por Dios. Fue creado para que viviera en la Tierra. Sin embargo, a Satanás no le gustó esto. Aunque Satanás estaba hecho de fuego, vivía con los ángeles. El pensaba que era mejor que Adam, y se volvió enemigo de éste empeñado en hacer que Adam desobedeciera a Dios.
Adam y su mujer vivian en el Paraíso en donde Dios les había puesto. El Paraíso era el lugar más hermoso que puedas imaginar. No hacia ni frío ni calor. Adam y su mujer nunca pasaban hambre ni sed. Esta era otra de las cosas que a Satanás no le gustaba. Así pues, Satanás se acercó a Adam y a su mujer y les dijo que comieran de cierto árbol. Ahora bien, Adam y su mujer sabían muy bien que ni siquiera debían acercarse a aquel árbol, y entonces no escucharon a Satanás. Pero Satanás siguió tratando de convencerles. Les tentaba diciéndoles que vivirían para siempre si comían de aquel árbol y se convertirían en ángeles.
Al final, cansados por la insistencia de Satanás, Adam y su mujer cedieron. Llegaron a creer lo que Satanás les contaba y comieron del árbol, en contra del mandato de Dios. Pero pronto sintieron mucho su desobediencia y su debilidad al escuchara Satanás. Adam y su mujer se pusieron muy tristes y pidieron a Dios que les diera Su perdón. Dios les perdonó, porque El es el Clemente. Dios entonces les dijo a Adam y a su mujer que tenían que bajar a la Tierra y vivir allí algún tiempo. Pero les prometió que podrían volver al Paraíso siempre que ellos y sus hijos le obedecieran en el futuro.
Dios le dijo también a Adam que él sería su primer profeta. Le serán enviados a la Humanidad muchos profetas y si el hombre escucha la palabra de los profetas, entrará en el Paraíso cuando muera. Pero si no escucha, irá al infierno y quedará allí con el malvado Satanás.
Entonces, Adam y su mujer descendieron a la Tierra. En la Tierra, criaron a sus hijos, y a su vez éstos a los suyos. De esta manera, se sucedieron las generaciones de la Humanidad sobre la Tierra y Dios mandó a Sus enviados a todas ellas. Estos profetas dijeron: Adorad solo a Dios. Dios os creado. Dios ha creado para vosotros las plantas y los animales para que comáis de ellos. Sed agradecidos a Dios, hacer siempre el bien.
Esto fue lo que Adam, el primer profeta de Dios les dijo a sus hijos.
Después de el vinieron muchos profetas y Muhammad es el último de los profetas.
AL-IJLAS
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
Di: Dios es Único, Dios es Eterno y todo depende de El. No engendró, ni ha sido engendrado. Y nada se asemeja a El.
El vecino de Abu Hanifa
Es bien conocido que Abu Hanifa rezaba tahayyud todas las noches, le gustaba rezar y recitar el Quran. Tenía un vecino que era un alcohólico, lo que le llevaba a cantar a pleno pulmón por las noches y recitar poesías obscenas. Obviamente, todo ello molestaba mucho al Imam.
Sin embargo, una noche no escuchó cantar al borracho, lo cual le sorprendió y alarmó. Al día siguiente, fue a enterarse y otros vecinos le comentaron que había sido detenido por escándalo público y encerrado en la cárcel.
Abu Hanifa era el imam y qadi (juez) más respetado de su tiempo. Ello no le impidió dirigirse inmediatamente a la cárcel a visitar a su vecino. Cuando el gobernante se enteró de esta visita, y de que el motivo era la preocupación de Abu Hanifa por su vecino, mandó inmediatamente que le soltaran.
El vecino, asombrado y agradecido, fue a ver a Abu Hanifa para preguntarle por qué hizo aquello. Abu Hanifa le contestó: "Porque tú tienes un derecho sobre mí como vecino que eres, y yo no he sido negligente en mi actitud".
El vecino, escuchando aquello, sintió un profundo arrepentimiento, pidió perdón a Allah, y abrazó el Islam para nunca más soltarlo.
FIN
UNA HISTORIA REAL
Hubo una vez un hombre que era un enemigo del Islam. El tenía tres famosas preguntas que hasta entonces nadie había contestado. Ningún sabio de Bagdad podía contestar sus tres preguntas... lo que le permitía mofarse del Islam abiertamente. Constantemente ridiculizaba al Islam y a los musulmanes.
Un día, un niño pequeño, de unos diez años, se acercó y escuchó a este hombre gritando y vociferando contra los musulmanes en la calle. Estaba retando a la gente para ver si alguien podía contestar a las tres preguntas. El niño se paró y escuchó atentamente, entonces decidió que el aceptaría el reto. Se acercó hacia el hombre y le dijo: "Yo acepto tu reto".
El hombre se rió del niño y volvió a mofarse de los Musulmanes diciendo: "Un niño de 10 años es él unico que se enfrenta a mí. ¿Es todo lo que vuestra gente tiene que ofrecer????"
El niño, con paciencia, reiteró sus palabras. El aceptaría el reto del hombre, y con la ayuda y guía de Allah, saldría triunfante. El hombre finalmente aceptó (suponemos que muerto de risa).
Todos los habitantes de la ciudad se arremolinaron alrededor de una pequeña colina, no muy alta, donde tenían lugar los debates públicos. El hombre se colocó en lo alto y en voz alta expuso su primera pregunta:
"¿Que está haciendo vuestro Dios ahora mismo?"
El niño pensó y meditó durante un ratito, y luego le dijo al hombre que descendiese de lo alto, para que el pudiera subir a contestar la pregunta.
El hombre dijo, "¿Qué? ¿Quieres que yo baje?"
El niño contestó, "Sí, necesito contestarte, ¿no es cierto?".
El hombre bajó, y el pequeño, con sus diminutos pies, subió a la
colina. La réplica del niño fue la siguiente:
"Ya Allah, el Todopoderoso. Sé mi testigo enfrente de toda esta gente. Tu voluntad ha sido que un Kafir descendiera a un nivel bajo y elevar sobre él a un Musulmán".
La multitud que les rodeaba rugió "Allah-hu-akbar!!!"
El hombre estaba humillado, pero lleno de rencor hizo su segunda pregunta: "¿Qué existió antes que vuestro Dios?"
El niño pensó, y pensó. Luego le pidió al hombre que contará hacia atrás; "Cuenta atrás desde 10"
El hombre contó... "10, 9 ,8 , 7 , 6, 5, 4, 3, 2, 1,0" Y se detuvo.
El niño le preguntó: Que viene antes del cero?
Y el hombre le contestó: "No sé... Nada"
El niño dijo: "Exactamente. Nada había antes de Allah, porque Allah es Eterno y Absoluto.
La multitud gritó de nuevo: "Allah-hu-akbar!!!!"
El hombre, ahora completamente frustrado, hizo su última pregunta. "Hacia qué dirección está vuestro Allah" (ya no dijo Dios, dijo Allah).
El niño pensó, y pensó y pensó....
Por fin, pidió una vela, y se la trajeron rápidamente. El bendito niño, se la pasó al hombre y le dijo que la encendiera.
El hombre lo hizo, y preguntó: "¿Y qué se supone que prueba esto?".
El niño contestó a su vez con otra pregunta. "¿En qué dirección va la luz de la vela?
El hombre respondió: "Va en todas direcciones"
Y el niño dijo: "Tú mismo has respondido a tu pregunta. La luz (nur) de Allah va en todas las direcciones. Está en todos lugares, es ubicuo. No hay ningún lugar donde no se le pueda encontrar".
Por tercera vez la multitud gritó unánimemente: "Allah-hu-akbar!!!"
El hombre estaba tan impresionado y conmovido por los conocimientos del niño, y su espiritualidad, que abrazó el Islam, y llegó a ser un estudiante del jovencito.
Así termino el debate.
¿Quién era el niño? El niño era uno de nuestros líderes, y uno de los más sabios estudios del Islam, el Imam Abu Hanîfa (Que Allah le bendiga)
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