Uno de los terrenos más conflictivos de la existencia humana es el problema del pecado, o el mal en el mundo. Se cree, comúnmente, que el pecado comenzó con Adán y Eva durante su vida en el Paraíso. Aquel suceso originó la Caída, marcando desde entonces a la raza humana con el concepto de la culpa, el estigma y la confusión.
El Islam ha adoptado una posición única sobre esta cuestión, posición que no es compartida por ninguna otra religión que conozcamos. El Corán afirma que Adán y Eva fueron encauzados por Dios para habitar en el Paraíso y gozar de sus frutos como descaran, seguros de obtener abundante sustento y bienestar. Pero se les recomendó que no se acercaran a un árbol determinado, con el fin de que se mantuvieran apartados del mal y de la justicia. Satanás los indujo a la tentación y les hizo perder su gozoso estado. Fueron expulsados del Paraíso y arrojados a la tierra para vivir, morir y ser llevados finalmente ante el juicio Final. Habiendo comprendido lo que habían hecho, sintieron vergüenza, culpabilidad y remordimiento. Pidieron la compasión de Dios y fueron perdonados (Corán, 2:35‑38; 7:19‑25; 20:117‑123).
Este hecho simbólico resulta significativamente revelador. Nos dice que el ser humano es imperfecto y necesitado, aún cuando hubiera de vivir en el Paraíso. Pero el pecar o cometer errores como hicieron Adán y Eva, no apaga necesariamente el corazón humano, impide la reforma espiritual ni detiene el desarrollo moral. Antes bien, el ser humano posee sensibilidad suficiente para reconocer sus pecados y deficiencias. Lo que es más importante aún, es capaz de saber a dónde debe dirigirse y a quién debe recurrir en busca de guía. Y, todavía es más importante, el hecho de que Dios está siempre dispuesto a satisfacer los sinceros ruegos de quienes buscan Su Ayuda. Es tanta Su Gracia y Clemencia que Su Perdón y su piedad llegan a todos (Corán, 7:156). Una última lectura reveladora del hecho descubre que la discriminación en base al sexo, y la culpa o el pecado hereditarios son extraños al espíritu del Islam.
La idea del Pecado Original o del delito hereditario no tiene cabida en las enseñanzas del Islam. Con arreglo al Corán y al Profeta, el hombre nace en un estado natural de pureza o "fitra'' es decir, de Islam o sometimiento a la voluntad deseo de Dios. Lo que ocurra al hombre después de su nacimiento es consecuencia de influencias externas y factores ajenos a él. Para expresarlo en términos del pensamiento moderno, la naturaleza humana es maleable; lo crucial es el proceso de socialización, especialmente el ambiente del hogar. Representa un papel decisivo en la formación de la personalidad humana y en el desarrollo del carácter moral. Esto no niega a la persona la libertad de elección, ni le exime tampoco de responsabilidad. Antes bien, aligera la pesada carga del delito hereditario o del pecado instintivo.
Dios es, por definición, justo, Sabio, Piadoso, Compasivo y Perfecto. Ha creado al hombre infundiendo en él Su Propio Espíritu (Corán, 15:29; 32:9;66:12). Puesto que Dios es el Dios infinito y absoluto y Su Espíritu la perfección absoluta; puesto que el hombre recibió el Espíritu de Dios a través de la creación, el hombre está obligado a retener, al menos, una parte de este buen Esperit del Creador. Esto puede explicar las buenas disposiciones del hombre y sus anhelos espirituales. Pero, por otro lado, Dios creó al hombre para adorarle, no para ser Su igual, rival, la encarnación perfecta o la personificación absoluta de Su Bondad. Ello significa que por muy bueno y perfecto que pueda ser el hombre por la gracia de la creación, carece, con mucho, de la bondad y perfección del Creador. El hombre posee, ciertamente, estas cualidades. Pero están limitadas y son proporcionadas a la naturaleza finita, a la capacidad y responsabilidad del hombre. Ello puede explicar la imperfección y la posibilidad de equivocarse del ser humano.
Ahora bien, la imperfección y la posibilidad de equivocarse no son equivalentes del pecado ni sinónimos del delito ‑al menos, no en el Islam‑. Si el hombre es imperfecto no está falto de ayuda, ni ha sido abandonado por Dios, para que se convierta en víctima de sus deficiencias. Está fortalecido por las revelaciones, cuenta con el apoyo de la razón, está fortificado por la libertad de elección y guiado por varias disposiciones sociales y psicológicas que buscan y alcanzan una relativa perfección. La constante oscilación entre las fuerzas del bien y el mal constituye la lucha de la vida. Proporciona al hombre algo en lo que esperar, ideales que perseguir, trabajo para realizar y papeles para representar. Hace de su vida algo interesante y con sentido, no monótono ni estático. Por otra parte, agrada a Dios ver a Sus Servidores en un estado de victoria espiritual y moral.
Con arreglo a la escala moral del Islam, el hecho de que el hombre sea imperfecto, o falible, no constituye pecado. Forma parte de su naturaleza, como criatura finita y imitada. Pero sí es pecado que prefiera no buscarla poseyendo todas las vías y medios de la perfección relativa. Un pecado es cualquier acto, pensamiento o deseo que (1) sea deliberado, (2) desafíe la ley inequívoca de Dios, (3) infrinja el derecho de Dios o el derecho del hombre, (4) sea dañino para el alma o el cuerpo, (5) se cometa repetidamente y (6) pueda evitarse normalmente. Estos son los componentes del pecado que no es innato ni hereditario. Es cierto, sin embargo, que el hombre posee, latente dentro de sí, la capacidad potencial del pecado, pero no es mayor que su capacidad de piedad y bondad. Si él elige que actúen las fuerzas del pecado y no las fuerzas de la bondad, añadirá un nuevo factor extraño a su naturaleza pura. Sólo el hombre es responsable de este factor extraño añadido.
En el Islam existen pecados mayores y menores, por cuanto existen pecados contra Dios y pecados contra Dios y el hombre. Todos los pecados contra Dios excepto uno, pueden perdonarse cuando el pecador procura sinceramente el perdón. El Corán ha afirmado que el Dios verdadero no perdona el pecado de "Shirk'' (politeísmo), panteísmo, trinidad, etc.). Pero El perdona todos los demás pecados y perdona a quien El desea. Ahora bien, si el politeísta o el ateo vuelven a Dios su pecado quedará perdonado. Los pecados cometidos contra los hombres sólo son perdonables cuando el ofendido perdona al ofensor o cuando se aplican las compensaciones y/o castigos adecuados.
En conclusión: el pecado se comete, no es congénito, se produce, no es innato, puede evitarse, no es inevitable. Constituye una violación deliberada y conciente de la ley inequívoca de Dios. Si el hombre realiza algo como consecuencia verdadera de los instintos naturales, o de móviles absolutamente irresistibles depresiones incontrolables, ese acto no es pecado en el Islam. De lo contrario, los planes de Dios serían inútiles, y la responsabilidad del hombre vana. Dios aspara del hombre que se mantenga dentro de las posibilidades y logros humanos.
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