ÚLTIMAS NOTICIAS

jueves, 26 de junio de 2014

La Verdadera Musulmana Es Sincera Con Sus Hermanas

Una de las virtudes de la verdadera musulmana es la sinceridad completa hacia Allah  , Su Profeta, a los líderes y al común de los musulmanes, como fue establecido en el Hadîz sahîh:
"La religión es sinceridad".25 Nosotros (los Sahâbah) preguntamos: "¿A quién?" El Profeta  dijo: “A Allah  (obedeciéndolo, atribuyendo a Él lo que se merece y emprendiendo el yihâd por Su causa); a Su Libro (leyéndolo, comprendiéndolo, y aplicándolo a la vida diaria de una persona); a Su Profeta (respetándolo mucho y luchando en su nombre, tanto durante su vida como después de su muerte, y siguiendo su Sunnah); a los gobernantes de los musulmanes (ayudándolos en su tarea de liderar a los musulmanes por el sendero recto y alertándolos si están desatentos); y a su gente (siendo misericordioso con ellos)".26
    Esta actitud hace a la musulmana sincera con sus hermanas. No las engaña, ni las extravía, ni les oculta algo que sea bueno para ellas. Si la musulmana siempre se comporta con sinceridad con ellas, no es meramente por cortesía o para exhibir sus modales sociales sino que lo hace porque la sinceridad es una de las bases fundamentales del Islam, y a la cual solían adherirse los primeros musulmanes que prestaban juramento de lealtad (bai‘ah) al Profeta  , tal como lo expresó Yarîr Ibn ‘Abdullah:
"Di mi lealtad al Profeta  y prometí observar la oración habitualmente, pagar el zakâh, y ser sincero con todo musulmán".27
   En el Hadîz anteriormente mencionado vemos que el Profeta  resumió el Islam en una sola palabra: nasîhah, demostrando que la sinceridad es el fundamento central de la fe. Sin sinceridad, la fe de una persona se invalida y su Islam se vuelve carente de valor. Éste es el significado del siguiente Hadîz del Profeta  : "Ciertamente que ninguno de vosotros creerá hasta que quiera para su hermano lo que quiere para sí mismo".28
    Esto es algo imposible de lograr a menos que una persona ame a su hermano con toda sinceridad.
    El afecto de una persona por su hermano del modo en que fue prescrito por el Profeta  no es una cuestión sencilla. Es una cualidad muy difícil de lograr, y ningún hombre o mujer podrá lograrlo, salvo quien ha recibido una educación islámica íntegra, y cuyo corazón ha sido purificado de toda mezquindad, odio, envidia y malicia, e imbuido de amor hacia el prójimo.
   La verdadera musulmana que siente en lo recóndito de su alma que su amor por su hermana es una de las condiciones de la verdadera fe, y cuya religión está basada en la sinceridad, es mucho más probable que alcance esta difícil categoría. En realidad, es algo que viene naturalmente con ella, en su conducta con sus amigas y hermanas, y transformándose así en un espejo veraz para ellas al aconsejarlas, corregirlas y no desearles otra cosa que no sea el bien, como solía decir Abû Hurairah: "El creyente es el espejo de su hermano. Si ve alguna falta en él, lo corrige".29
   Con estas palabras, Abû Hurairah se hace eco del Hadîz del Profeta  :
"El creyente es el espejo de su hermano. El creyente es hermano de un creyente: lo protege de la ruina y guarda su espalda".30
  Para la verdadera musulmana es algo natural tener esta noble actitud hacia su hermana. Ella no podría comportarse de otro modo aunque quisiera. La persona que vive en tan exaltado nivel de pureza, amor, fidelidad y hermandad no puede llegar a descender hasta el nivel del odio, traición, malicia, mezquindad y celos. El almizcle no puede sino tener una hermosa fragancia; un buen suelo no puede sino traer una muy buena producción.
Como bellamente lo expresó el poeta Zuhair Ibn Abî Sulma: "¿Algún arbusto que no sea el uashîy (una planta de hojas lanceoladas) produce grandes flores? ¿Acaso las palmeras pueden ser plantadas en otro suelo que no sea el favorable para ellas?".31.

25  Nasîhah es una palabra árabe que puede ser traducida por un cierto número de palabras al español. La traducción más común es "buen consejo", pero también tiene connotaciones de sinceridad, integridad, y "hacer justicia con una persona o situación."
26 Sahîh Muslim, 2/37, Kitâb al îmân, bâb baiân anna ad dîn nasîhah. Las explicaciones entre paréntesis están adaptadas de las dadas en la traducción inglesa de SahîhAl Bujâri por el Dr. Muhammad Muhsin Jân (Vol.1, p. 48). (Nota del Traductor)
27  Al Bujâri y Muslim. Ver Sharh As Sunnah, 1/63, Kitâb al îmân, bâb al bai‘ah ‘ala al islâm.
28   Al Bujâri y Muslim. Ver Sharh As Sunnah, 13/60, Kitâb al birr ua as silah, bâb iuhibbu li ajîhi mâ iuhibbu li nafsihi.
29  Relatado por Al Bujâri en Al Adab Al Mufrad, 1/333, Bâb al muslim mir'âh ajîhi.
30  Ídem.
31  Sharh Dîuân Zuhair, 115, Editado por Dâr Al Kutub Al Misriiah.

La Verdadera Musulmana Es La Mejor Vecina

No constituye sorpresa alguna que la mujer musulmana que verdaderamente comprende las enseñanzas de su religión es la mejor de las vecinas, porque el buen trato hacia los vecinos es una actitud islámica fundamental profundamente impregnada en la consciencia de la mujer musulmana educada con las enseñanzas del Islam que afirman que quien es el más amable para con su vecino es el mejor vecino a la vista de Allah  :
"El mejor de los compañeros a la vista de Allah  es quien sea el mejor para su compañero, y el mejor de los vecinos a la vista de Allah  es quien sea el mejor para su vecino".[1]
    El Profeta  afirmó que un buen vecino es una de las alegrías en la vida de un musulmán, ya que él o ella garantiza comodidad, seguridad y salvaguardia:
"Entre las cosas que traen felicidad a un musulmán en esta vida están: un vecino correcto, una espaciosa casa, y un buen corcel".[2]
   Los salaf apreciaban tanto el valor de los buenos vecinos que consideraban el tener un buen vecino como una preciada bendición. Una historia que refleja esta consideración nos cuenta que el vecino de Sa‘îd Abn Al ‘Âs quería vender su casa por 100.000 dirhams, y le dijo al supuesto comprador lo siguiente: "Éste es el precio de la casa, pero ¿qué darías tú por tener a Sa‘îd como vecino?" Cuando Sa‘îd escuchó esto, envió a su vecino el precio de la casa y le dijo que permaneciera allí.
    Ésta es la posición de los vecinos dentro del Islam, y la actitud y comportamiento de un buen vecino musulmán. ¿Pero qué hay acerca de los malos vecinos?

[1] Relatado por At Tirmidhi con un isnâd sahîh, 3/224, Abuâb al birr ua as silah, bâb mâ yâ'a fi haqq al yiuâr.
[2] Relatado por Al Hâkim con un isnâd sahîh, 4/166, Kitâb al birr ua as silah.

La Verdadera Musulmana Demuestra Su Amor Y Su Afecto Hacia Sus Hijos

La musulmana no ignora el hecho de que sus hijos necesitan su cálido regazo, su profundo amor, y sincero afecto para desarrollarse saludablemente, sin ningún problema psicológico, crisis o complejo. Esta educación íntegra los llenará de optimismo, confianza, esperanza y ambición. De esta manera, la madre musulmana cautelosa manifiesta su amor y afecto por sus hijos en todo momento, colmando sus vidas con alegría y felicidad, y llenando sus corazones de confianza y seguridad.
     La verdadera musulmana es compasiva con sus hijos, al ser la compasión una característica islámica principal que el Profeta  alentó de palabra y de hecho, como Anas  nos relató:
"Yo jamás vi a alguien más compasivo hacia los niños que el Mensajero de Allah  . Su hijo Ibrâhîm estaba bajo el cuidado de una nodriza en las colinas circundantes a Al Madînah. Él iba allí, y nosotros íbamos con él. Entraba a la casa, recogía a su hijo y lo besaba, luego regresaba".4
La compasión y el amor del Profeta  por los niños musulmanes incluía a los más pequeños. Él los colmaba con su compasión y afecto. Anas relató que cuando el Profeta  pasaba cerca de un grupo de niños, les sonreía cariñosamente y los saludaba.5
    Un ejemplo de la perdurable sabiduría del Profeta  en lo referente a la crianza de los hijos es el Hadîz:
"No es uno de nosotros quién no demuestre compasión hacia nuestros pequeños, y no reconozca los derechos de nuestros mayores".6
Abû Hurairah  narró que el Profeta  besó a Al Hasan Ibn ‘Ali. Al Aqra‘ Ibn Hâbis entonces le dijo: "Yo tengo diez niños y nunca he besado a ninguno de ellos". El Profeta  le dijo: "A quien no muestre misericordia, no se le mostrará misericordia".7
    El Profeta  , gran educador, siempre procuraba infundir la cualidad de la misericordia y la compasión en los corazones de la gente. Y despertaba su potencial, para el amor y el afecto, las características humanas más básicas.
Un día se presentó un beduino y le preguntó al Profeta : "¿Tú besas a tus hijos? Nosotros no lo hacemos". El Profeta  contestó: "¿Qué puedo hacer por ti, si Allah  ha quitado la misericordia de tu corazón?".8
Â'ishah  relató:
"Cuando timah entraba en el cuarto, el Profeta  se levantaba, le daba la bienvenida, la besaba y le ofrecía su asiento; y cuando él entraba en el cuarto, ella se levantaba, tomaba su mano, le daba la bienvenida, lo besaba y le ofrecía su asiento. Cuando ella lo vino a ver durante su enfermedad terminal, él le dio la bienvenida y la besó".9
    El Profeta  elogió a las mujeres de Quraish porque eran las mujeres más compasivas con sus hijos, las más preocupadas en criarlos adecuadamente y hacer sacrificios por ellos, aparte de cuidar bien a sus maridos. Esto se puede ver en las palabras narradas por Al Bujâri,provenientes de Abû Hurairah  , quien dijo:
"Escuché al Mensajero de Allah  decir: ‘Las mujeres de Quraish son las mejores mujeres en montar camellos. Ellas son compasivas para con sus hijos y son las más cuidadosas en lo que respecta a la riqueza de sus maridos’".10
    A la luz de esta guía, la fiel musulmana no puede ser rigurosa con sus hijos y tratarlos de manera ruda ni vulgar, aunque su naturaleza sea desagradable y reservada, ya que esta religión, con su esclarecimiento y dirección, suaviza los corazones y despierta sentimientos de amor y afecto. Por eso, nuestros hijos son una parte de nosotros saliendo al mundo, tal como lo dijo el poeta Hittân Ibn Al Mu‘alla:
    "Nuestros hijos son nuestros corazones, caminando entre nosotros, sobre la faz de la tierra. Si una pequeña brisa los rozara, no podríamos dormir preocupándonos por ellos".11
   Los padres deben llenarse de amor, afecto, y cuidado, predisponiéndose a realizar sacrificios para dar lo mejor de sí mismos a sus hijos.
   Sin lugar a dudas, el caudal de emoción que la madre musulmana siente por sus hijos es uno de los grandes motivos de su felicidad en esta vida. Esto es algo que se ha perdido en las mujeres del mundo occidental, agobiadas por el materialismo y exhaustas por el diario agotamiento del trabajo que les ha causado la pérdida del calor de los sentimientos familiares. Esto fue algo vívidamente expresado por la señora Salma Al Huffâr, miembro del movimiento de mujeres de Siria, después de haber visitado los Estados Unidos:
   "Es verdaderamente una vergüenza que las mujeres pierdan la más preciada cosa que la naturaleza12 les ha concedido, es decir su feminidad, y luego su felicidad, debido al constante ciclo de trabajo agotador que les causa la pérdida del pequeño paraíso, el refugio natural de las mujeres y los hombres por igual, que sólo puede florecer bajo el cuidado de una madre, que permanece en su hogar. La felicidad de los individuos y de la sociedad en su totalidad se encuentra en el hogar, en el regazo de la familia. La familia es la fuente de inspiración, bondad y creatividad".13.

4  Sahîh Muslim, 15/75, Kitâb al fadâ'il, bâb rahmatihi ua tauâdu‘ihi.
5  (Al Bujâri y Muslim), Ver Sharh As Sunnah, 12/264, Kitâb al isti'dhân, bâb at taslîm ‘ala as sibiân.
6  Relatado por Ahmad, 2/185, y por Al Hâkim, 1/62, Kitâb al îmân; su isnâd es sahîh.
7  (Al Bujâri y Muslim), Sharh As Sunnah, 13/34, Kitâb al birr ua as silah, bâb rahmah al ualad ua taqbîlihi.
8  Fath Al Bâri', 10/426, Kitâb al adâb, bâb rahmah al ualad ua taqbîlihi.
9  Ver Fath Al Bâri', 8/135, Kitâb al magâzi, bâb maraduhu ua uafâtuhu; Abû Dâûd, 4/480, Kitâb al adâb, bâb ma yâ'a fi al qiâm.
10  Fath Al Bâri', 6/472, Kitâb ahâdîz al anbiâ', bâb qaulihi ta‘âla: 45-48 de sûrah Âl ‘Imrân.
11  Abû Tammâm, Al Hamâsah, 1/67.
12  En realidad, es Allah  Quien nos otorga estas cosas, no la naturaleza. Esta expresión, es uno de los efectos de la occidentalización. (Nota del autor)
13  De un artículo de Salma Al Huffâr en el periódico de Damasco Al Aiiâm, 3/9/1962.

La Verdadera Musulmana Es Afectuosa Y Respetuosa Hacia Sus Padres, Aunque No Sean Musulmanes

El Profeta  elevó sus enseñanzas hacia un nuevo pico, cuando prescribió a sus seguidores tratar a sus padres con afecto y respeto, aunque fueran adeptos a otra religión. Esto está claro en el Hadîz de Asmâ' Bint Abî Bakr As Siddîq  , quien dijo:
"Mi madre vino a mí, y ella era una mushrikah, en la época del Profeta . Entonces, le pregunté al Profeta  : 'Mi madre ha venido a mí y necesita mi ayuda ¿Debo ayudarla?’ Él contestó: ‘Si, mantén contacto con tu madre y ayúdala’"8
   La verdadera musulmana que comprende el significado de esta guía coránica y las enseñanzas del Profeta  , no puede sino ser la mejor y la más afectuosa entre todas las personas hacia sus padres, en todo momento. Ésta era la práctica de los Sahâbah, y de quienes los seguían con sinceridad. Un hombre le preguntó a Sa‘îd Ibn Al Musaiiab  : "Comprendo todas las aleyas acerca de la amabilidad y respeto hacia los padres, con la excepción de la frase [...háblales con dulzura y respeto...] ¿Cómo puedo hablarles con dulzura y respeto?" Sa‘îd le contestó: "Significa que debéis dirigiros hacia ellos como el siervo se dirige a su amo." Ibn Sîrîn  solía hablar a su madre con una voz suave, como la de una persona enferma, por respeto a ella.

8  (Al Bujâri y Muslim), Ver Sharh As Sunnah, 13/13, Kitâb al birr ua as silah, bâb silah al uâlid al mushrik.

La Verdadera Musulmana Trata A Sus Padres Con Amabilidad Y Respeto (Birr)

Una de las principales características de la verdadera musulmana es su trato respetuoso y amable para con sus padres. El Islam estimula el respeto y el trato amable y afectuoso hacia los padres en muchos textos decisivos del Corán y de la Sunnah. Cualquier musulmana que lea estos textos no tendrá otra opción más que adherirse a sus enseñanzas y tratar a sus padres con benevolencia y respeto, sin importar las circunstancias o el estado de la relación entre hija y padres.
Ella Reconoce Sus Condiciones Y Conoce Sus Deberes Hacia Ellos
Por su lectura del Corán, la musulmana comprende la elevada condición en la que Allah  ha colocado a los padres, y ésta es una condición que la humanidad nunca conoció excepto en el Islam, pues ha colocado el respeto por los padres un escalón por debajo de la creencia en Allah  y la verdadera adoración a Él. Muchas aleyas del Corán describen la complacencia de los padres como en segundo término, después de la complacencia a Allah , y confirma que el buen trato a los padres es la mejor de las buenas acciones después de tener fe en Allah  .
[Adorad a Allah y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres...] (4:36)
   Por tal razón, la musulmana que realmente comprende las enseñanzas de su religión es más afectuosa y más respetuosa hacia sus padres que ninguna otra mujer en el mundo. Esto no se detiene cuando abandona su hogar para casarse y tener su propia familia, y lleva su propia vida independiente y ocupada. Su respeto y cariño hacia sus padres siguen en curso, y permanecerá como una parte de su comportamiento hasta el fin de su vida, de acuerdo con la enseñanza coránica que ha prescrito el tratamiento amable hacia nuestros padres de por vida, especialmente cuando llegan a mayores y se vuelven incapacitados, y tienen mayor necesidad de palabras amables y de un buen cuidado:
[Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto. Trátales con humildad y clemencia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño.] (17:23-24)
   La mujer musulmana cuyo corazón ha sido iluminado con la luz de la guía coránica, siempre está receptiva y sensible a esta instrucción divina, al leer la aleya que prescribe el buen trato a los padres. Por eso, su afecto y respeto hacia ellos se acrecienta, y siempre está más dispuesta a servirlos. Ella hace todo lo posible para complacerlos aunque tenga un esposo, una casa, hijos, y otras responsabilidades propias.
[Adorad a Allah y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres...] (4:36)
[Le he ordenado al hombre ser benevolente con sus padres...] (29:8)
[Le hemos ordenado al hombre ser benevolente con sus padres. Su madre le lleva [en el vientre] soportando molestia tras molestia...] (31:14)
   Cualquiera que observe las fuentes islámicas en lo concerniente al tratamiento afectuoso de los padres, encontrará también una abundante cantidad de Ahâdîz que refuerzan el mensaje de las aleyas citadas anteriormente, y reiteran las virtudes de amabilidad y respeto hacia nuestros padres, así como también advierten contra la desobediencia y maltrato hacia ellos por cualquier motivo.
‘Abdullah Ibn Mas‘ûd dijo:
"Le pregunté al Profeta : '¿Cuál es el acto más amado por Allah  ?'. Dijo: 'La oración ofrecida a tiempo'. Le pregunté: '¿Y luego cuál?'. Él contestó: 'El afecto y respeto hacia los padres'. Le pregunté nuevamente: '¿Y luego cuál?' Él contestó: 'El yihâd por la causa de Allah  ".1
   El Profeta  , gran educador, colocó el afecto y respeto hacia los padres entre los dos actos más grandes en el Islam: la oración realizada a su debido tiempo y el yihâd por la causa de Allah  . La oración es el pilar o fundamento de la fe, y el yihâd es el pináculo del Islam. ¡Qué gran condición otorgó a los padres el Profeta  !
   Un hombre se presentó ante el Profeta  para hacer la bai‘ah y para comprometerse a emprender la hiyrah y el yihâd con la esperanza de recibir la recompensa de Allah . El Profeta  no se apresuró en aceptar su bai‘ah, sino que le preguntó: "¿Alguno de tus padres está vivo?". El hombre respondió: "Sí, ambos". El Profeta  le preguntó: "¿Y tú deseas recibir la recompensa de Allah ?”. El hombre replicó: "Así es". Entonces el bondadoso y compasivo Profeta  le dijo: "Vuelve con tus padres y permanece en su compañía de la mejor manera posible".2
    De acuerdo a un relato narrado por Al Bujâri y Muslim, un hombre se presentó y le pidió permiso al Profeta  para participar en el yihâd. Él le preguntó: "¿Tus padres están vivos?". El hombre contestó: "Sí". Y el Profeta  dijo: "Entonces efectúa el yihâd cuidando de ellos".3
   En el medio de los preparativos de su ejército para el yihâd, el Profeta, nunca olvidó la debilidad de los padres y su necesidad de los hijos. Por eso, gentilmente desalentó a este voluntario y le recordó cuidar a sus padres, a pesar de que necesitaba todo el potencial humano disponible para la próxima expedición. Esto resultó así, porque comprendía la importancia del respeto y el tratamiento afectuoso a los padres, y por otra parte, conocía su posición en el conjunto de la estructura islámica que Allah  había diseñado para el bienestar y la felicidad de la humanidad.
    Cuando la madre de Sa‘d Ibn Abî Uaqqâs objetó a su hijo haber abrazado el Islam, ella le dijo: "Abandona el Islam, o me abstendré de comer hasta morir. Entonces sentirás vergüenza ante los árabes, pues ellos dirán que mataste a tu madre". Sa‘d le dijo: "Deberías saber, por Allah , que aunque tuvieras cien almas, y abandonaran tu cuerpo una por una, yo jamás abandonaría el Islam". Luego Allah  reveló una aleya que el Profeta recitó a los musulmanes por la severidad de la réplica a su madre.
[Si vuestros padres se esfuerzan por hacer que Me asociéis copartícipes no les obedezcáis, pues es sabido que carecen de fundamento válido, pero tratadles con respeto...] (31:15)
   La historia del devoto adorador Yuraiy, contada por el Profeta  , es una vívida ilustración de la importancia del respeto hacia nuestros padres y de estar prestos a obedecerlos. Cierto día, su madre lo llamó mientras estaba rezando, y mientras se preguntaba: "¿Mi Señor, mi madre o mi plegaria?". Él escogió continuar su plegaria (en vez de responder a su madre). Ella lo llamó por segunda vez, pero continuó orando y no le contestó. Luego lo llamó por tercera vez y no le respondió, ella se puso a rezar a Allah diciendo: "No lo dejes morir hasta que no haya visto el rostro de una prostituta". Había una prostituta en esa localidad que había fornicado con un pastor y se encontraba embarazada. Cuando se dio cuenta de que estaba encinta, el pastor le dijo: "Si te preguntan acerca del padre de la criatura, diles que es de Yuraiy, el devoto." Esto era lo que ella contaba a todos, por ese motivo, la gente fue y destruyó el lugar donde él acostumbraba orar. El gobernante lo llevó a la plaza pública, y en el camino, Yuraiyrecordó la oración de su madre y sonrió. Cuando lo trajeron para ser castigado, pidió permiso para rezar dos raka‘ât, luego pidió que compareciera el niño y entonces le susurró a los oídos: "¿Quién es tu padre?". El niño contestó: "Mi padre es fulano, el pastor".4 La gente exclamó: "Lâ ilâha illa Allah" y "Allahu akbar" Y luego dijeron a Yuraiy: "¡Reconstruiremos tu lugar de oración con oro y plata". Él dijo: "No, solamente reconstruidlo tal como era, con ladrillos y argamasa." Con respecto a esta historia, recopilada por Al Bujâri, el Profeta  dijo: "Si Yuraiy tuviese un conocimiento íntegro, habría sabido que responder a su madre era más importante que continuar su oración".5 Por lo tanto, los fuqahâ' sugirieron que si alguien está rezando una oración nafl, y alguno de sus padres lo llama, está obligado a detener su oración y responderles.
    El deber de tratar a los padres con amabilidad y respeto se implantó en la conciencia de los musulmanes, por eso ellos se apresuran en tratar bien a sus padres durante su vida y después de su muerte. Existen numerosos relatos y Ahâdîz que señalan esto. Por ejemplo, el relato que describe cómo una mujer de Yuhainah fue hacia el Profeta  y le dijo: "Mi madre hizo la promesa (nadhr) de efectuar el Hayy, pero no la pudo cumplir antes de morir. ¿Puedo realizar yo el Hayy en su nombre?". Él respondió: "Así es. Ve y realiza él Hayy en su nombre. Si supieras que tu madre tiene una deuda, ¿no la cancelarías por ella? Compensa lo que es debido a Allah , porque Allah  tiene más derecho a ser compensado".6
De acuerdo a un relato brindado por Muslim, ella preguntó: "Ella debía un mes de ayuno ¿Puedo ayunar yo en su nombre?". El Profeta  dijo: "Ayuna en su nombre". Ella dijo: "Ella nunca realizó el Hayy, así que ¿puedo realizar el Hayy en su nombre?". Y él contestó: "Realiza el Hayy en su nombre".7.

1  (Al Bujâri y Muslim), Ver Sharh As Sunnah, 2/176, Kitâb as salâh, bâb fadl as salauât al jams.
2  (Al Bujâri y Muslim), Ver Riâd As Sâlihîn, 191, bâb birr al uâlidain.
3  Ver Riâd As Sâlihîn, 191, bâb birr al uâlidain.
4  Este niño era una criatura de tan sólo unos meses, y fue uno de los tres que hablaron desde la cuna. Los otros dos fueron ‘Îsa Ibn Mariam (Jesús hijo de María) y el niño que estaba junto a su madre entre la gente de Al Ujdûd (La fosa). (Autor)
5  Ver Fath Al Bâri', 3/78, Kitâb al ‘aml fi as salâh, bâb idhâ da‘at al umm ualadaha fi as salâh, y 5/136, Kitâb al madhâlim, bâb idhâ hadama hâ'itan fal iabni gairahu.
6  Ver Fath Al Bâri', 4/64, Kitâb yazâ' as said, bâb al hayy ua an nudhûr.
7  Sahîh Muslim, 8/25, Kitâb as siâm, bâb qadâ' as saum ‘an al maiit.
 
Copyright © 2014 El Islâm