Como el mismo Rumi decía: «Es un tema sobre el que se puede hablar eternamente sin llegar a agotarlo»
La resonancia imperecedera de la poesía del poeta musulmán del siglo XIII Mavlana Yalal ad-Din Rumi se extiende a través de las culturas y los siglos. Es posible atribuir la fama de Rumi a la abundancia de descripciones del amor que hay en su poesía puesto que, como el mismo Rumi decía: «Es un tema sobre el que se puede hablar eternamente sin llegar a agotarlo». El amor tiene un significado muy importante en el Islam, tanto para Rumi como para otros seguidores de la tradición sufí: «El amor domina y determina por completo los estados internos y psicológicos de los sufíes». ¿Qué es el amor para los sufíes? ¿Cómo refleja su poesía el amor en tanto enseñanza espiritual?El mejor punto de partida para este tema es el Corán. Existe una gran cantidad de versículos que hablan del amor, pero cada vez que se menciona la palabra amor «es una cualidad que siempre se atribuye a Dios y a los seres humanos, y a nadie más; y el amor de Dios siempre se dirige a los seres humanos». Esto no solo significa que la relación entre Dios y los seres humanos es algo único, sino que el amor es lo que define esta relación. En los versículos que hablan del amor a Dios, el Corán establece dos puntos fundamentales. En primer lugar, Dios quiere que la gente Lo ame y, en segundo lugar, su amor a Dios es consecuencia de Su amor por ellos. El versículo del Corán que se cita con mayor frecuencia es: «… a los que Él ama y que Lo aman» (5:54). Las conclusiones que extraen los sufíes de este versículo es que el amor no es algo que puede ser aprendido sino que es el resultado de la gracia divina y que la iniciativa proviene de Dios. Esta sensación del deseo de Dios de «amar y ser amado» inspiró a Rumi a la hora de sugerir: «Ningún amante buscaría la unión si el amado no la buscara».
El mensaje del Corán obligó a los musulmanes a entender que su relación con Dios exige el amor recíproco. Los poetas sufíes buscaron entonces un vocabulario, para describir su amor por Dios, que incluyese palabras que no estaban en el Corán o en los hadices (dichos del profeta Muhammad).
En la primera etapa del sufismo «la mayoría de las enseñanzas sobre el amor estaban contenidas en poemas o declaraciones breves que se concentraban en el amor de los seres humanos hacia Dios, y en los que siempre había una dualidad entre el amante humano y el Amado Divino». Esto propició una tendencia en el pensamiento sufí en la que «todos los aspectos de la creación y el anhelo espiritual se presentan en un lenguaje imaginal que es avivado por el amor». Un desarrollo importante en esta tendencia fue el uso de la palabra ishq a la hora de hablar del amor apasionado, en vez del vocabulario más aceptado del Corán. Los términos coránicos para hablar del amor son hubb y mahabba, los cuales describen la medida del afecto de Dios. Ishq se introdujo en el léxico de la poesía sufí para describir «el deseo primordial por Dios y el amor de Dios en cuanto atributo fundamental que colma plenamente el corazón del místico». El uso de la palabra ishq, en un contexto religioso, significa que el amor ya no es una mera expresión de gratitud por las bendiciones de Dios; el amante ya no se contenta con el ascetismo más austero y el fiel cumplimiento de los ritos. Se convierte en una necesidad absoluta, que no supone disfrute ni consuelo, sino que se intensifica al entrar en vigor la reciprocidad entre el amante y el amado.
Al re-definir su amor por Dios como ishq, los primeros poetas sufíes ampliaron su vocabulario; de modo que podían describir de forma más precisa su respuesta interior a la revelación del Corán. El reconocimiento de los dos tipos de amor está expresado por Rabia en el siguiente cuarteto:
Dos amores es lo que Te doy, amor lleno de anhelo,
y amor porque tu derecho es el amor.
Mi anhelo, mi recuerdo se vuelve hacia Ti,
sin permitir que se aparte de Ti.
En estos versos Rabia identifica el amor espontáneo por Dios que siente en su interior y el amor obediente que está obligada a sentir por Dios mediante el cumplimiento de sus responsabilidades religiosas. Tal y como escribe Chittick: «El amor pertenece a la dimensión experiencial del sufismo, no a la teórica; para entenderlo hay que experimentarlo». El sufismo conecta el conocimiento experiencial con la creencia de que «nada es más querido por Dios que la persona que Lo ama». Un místico y poeta que vivió en Anatolia en la misma época que Rumi, Yunus Emre,
describía así la intensa experiencia del amor a Dios:
Tu amor me ha ahuyentado de mí mismo.
Tú eres lo que necesito, Tú eres lo que anhelo.
Atenazado por la agonía me consumo día y noche.
Tú eres lo que necesito, Tú eres lo que anhelo.
Para Yunus Emre, «el amor es la más poderosa entre todas las cosas».
Cuando el amor a Dios se describe con los términos de la pasión, el lenguaje del amor romántico se puede transformar en el lenguaje metafórico del viaje espiritual. En la poesía sufí se acostumbra a llamar al ser humano y su súplica espiritual el «amante de Dios», y a referirse a Dios como el «Amado». En la poesía sufí leemos versos que hablan de la relación entre el amante y el Amado. Un buen ejemplo de lo dicho está contenido en estos versos de Rumi:
Los amantes comparten un decreto sagrado:
buscar al Amado.
Van alocados de un lado para otro
corriendo hacia el Más Hermoso
como si fuesen un torrente de agua.
Aquí Dios tiene dos denominaciones, el Amado y el Más Hermoso; pero este poema bien puede ser leído como expresión normal de la poesía amorosa. En estos versos Rumi incluye las siguientes creencias: el anhelo del amor procede de Dios como decreto sagrado y es tan irrefrenable como el ímpetu del agua torrencial.
Otro poema de Rumi, que puede leerse como poesía amorosa profana, utiliza referencias menos identificables cuando habla de Dios:
En un momento muy dulce
ella irrumpió desde mi corazón.
Estábamos sentados en el suelo
bebiendo vino de color rubí.
Subyugado por su belleza
toqué y vi:
mi rostro entero se transformó en ojos
y mis ojos se convirtieron en manos.
Valiéndose de las alegorías poéticas convencionales de su tiempo, como el beber vino simbolizando la embriaguez espiritual, el poeta expresa de nuevo y de forma simultánea los significados espirituales y profanos. Uno de los traductores de los versos que hemos de mencionado comenta en su introducción a una antología de poemas de Rumi:
«Nada en Rumi debe tomarse de forma literal: uno debe permanecer siempre consciente del significado que está detrás del significado y de los velos que hay tras los velos».
El traductor Jonathan Star dice que Rumi, junto con otros poetas sufíes, «en el nivel más profundo» de su poesía «sólo cuenta una historia: la del alma en busca del Amado».
Para Rumi, el amor apasionado, ishq, tiene dos manifestaciones. La primera es el amor en el mundo material, «como el amor entre el hombre y la mujer»; el segundo es el «amor real», el «amor que se siente por Dios». Estos versos de Rumi explican cómo representaba el poeta los dos aspectos del ishq:
El amor es el Atributo de Dios que no necesita a nadie
Amar a otro que no es Él, es un amor metafórico.
Y:
El amor, ya sea real o metafórico, es lo que,
al fin de cuentas, lleva a los humanos hacia Dios.
Estos versos manifiestan las dos creencias fundamentales del sufismo. En los dos primeros leemos que el amor es un Atributo de Dios, tal y como se declara en el Corán. En los siguientes vemos que el amor «lleva a los humanos hacia Dios».
Mientras que el Corán afirma que el amor es un Atributo de Dios, para muchos seguidores de la tradición sufí el amor es importante porque, en el viaje espiritual del caminante, el amor proporciona el camino que le lleva a la reunión con Dios. En la «obra maestra espiritual» de Rumi, el Masnavi, el poeta trata de mostrar que «a Dios se Le conoce fundamentalmente valiéndose del amor». La importancia que se da al amor en este ámbito de la tradición islámica ha suscitado que algunos digan, simple y llanamente, que «Dios es Amor». No obstante, es importante advertir que el amor no es el único atributo de Dios:
«… Él es Misericordia, Conocimiento, Vida, Poder y Voluntad. Él posee todas estas cualidades; Su Ser es el mismo que el Ser de ellos; pero no se puede decir que Dios es Misericordia y solo eso; o que Él es Conocimiento y nada más… Él posee todos Sus Atributos de forma absoluta y sin embargo Él, en Su Esencia, los transciende todos».
Anterior a Rumi en una generación, el místico Farid ad-Din Attar (m. 1.220) escribía una variación de la shahada (testimonio de la creencia) que decía: «La ilaha illa ishq» (No hay más Dios que el Amor). En su Diwan Rumi demuestra que no creía que se pudiera definir a Dios de esta manera. De hecho, este extracto de su Diwan parece comentar la frase mencionada de Attar:
Hay unos que Te llaman Amor
pero yo Te llamo el Sultán del Amor.
Oh Tú que estás más allá de ese u otro concepto
¡No te vayas sin mí!
La poesía de Rumi no solo demuestra que Dios no puede ser definido, sino que solo puede ser descrito mediante símbolos, metáforas o analogías que, en último caso, también demuestran ser insuficientes:
Todo eso son símbolos. Me refiero a que
el otro mundo sigue entrando en este.
Lo mismo que la nata que está oculta en el alma de la leche
el no-lugar sigue viniendo a este lugar.
Como el intelecto que está oculto por la sangre y la piel,
lo que no deja huella sigue apareciendo en las huellas.
Y desde más allá del intelecto, el Amor hermoso
aparece arrastrando sus faldones con una copa de vino en la mano.
Y desde más allá del Amor
sigue viniendo el Indescriptible al que solo podemos llamar «Eso».
En estos versos sublimes Rumi utiliza la analogía para comunicar una percepción de Dios. Se puede ver también una explicación de la diferencia entre amor e intelecto. Pero lo más importante, inserto en la poesía, es que Rumi admite una diferencia entre el amor en cuanto Atributo de Dios y el «Indescriptible» al que solo podemos llamar «Eso», es decir, Dios.
Como hemos podido ver en los versos citados, Rumi creía que el amor «real o metafórico es, en último término, lo que lleva a los humanos hacia Dios». El viaje hacia la reunión con Dios se hace mediante la «purificación constante y, a cambio de ello, la idoneidad con los Atributos de Dios». Para el místico sufí, «las cualidades del Amado entran en el lugar de las cualidades del amante». Esta es una elevada perspectiva del yihad, entendiéndose éste como «la guerra que la persona entabla contra sus defectos, algo que todo musulmán debe realizar para poder perfeccionar su sumisión».
No obstante, para el místico sufí la exigencia de la reunión con Dios significa «hacerse merecedor de las cualidades de Dios», algo que se consigue con el esfuerzo mental constante que busca reemplazar las cualidades soeces del místico con las cualidades con las que Dios se describe a Sí mismo en la revelación coránica. El sufí mevlevi Şefik Can indica que se ha logrado este objetivo cuando «el místico sufí comprende que su meta es comprender y amar a Aquél que ha creado el género humano». La conexión del amor con la reunión con Dios queda explicada cuando Şefik Can dice: «En la tradición sufí, el amor es descrito como la aniquilación en el Amado». Una vez más, la poesía de Rumi nos da una vívida representación de esta enseñanza:
Vino el amor y me quedé vacío.
Vino el amor y me llenó del Amado.
Se convirtió en la sangre de mi cuerpo,
en mis brazos y en mis piernas.
¡Se convirtió en todo lo que soy!
Ahora no tengo más que un nombre,
el resto pertenece al Amado.
Los versos describen el conocimiento progresivo y experiencial del amor. Al principio tiene lugar el abandono del ego. Luego aparece la sumisión en la que el individuo ya no actúa basado en el ego, sino sometido al Amado que ahora se convierte en «… el oído con el que oye, los ojos con los que ve, la mano con la que agarra y los pies con los que camina…», como dice el famoso hadiz qudsi. La noción sufí de la aniquilación del yo en el Amado puede entenderse como la expresión de la concepción más definitiva del tawhid, la afirmación de la Unidad de Dios. Annemarie Schimmel sugiere que «declarar que Dios es Uno es el objetivo de la vida del musulmán en general y del sufí en particular». Si se amplía esta idea, se llega a la afirmación de que solo Dios tiene existencia real y, en consecuencia, solo Dios tiene el derecho a decir «Yo» puesto que «Dios es el único sujeto verdadero».
El tawhid es lo que sustenta la expresión del amor en la poesía sufí porque «el verdadero amante ve que todo pertenece a su amado». Esta es una enseñanza que Rumi trató de transmitir en su Masnavi-yi Ma’navi puesto que lo que pretendía era «... eliminar en sus lectores la interpretación equivocada que sugiere que el mundo está compuesto de una multitud de partes separadas de Dios, para luego hacerles saber que toda la realidad subsiste únicamente por su relación con Dios».
Es un estado de ánimo en el que «los poetas reconocen a Dios en todas partes», tal y como decía Annemarie Schimmel, citando el versículo del Corán que inspira este tipo de consciencia: «Dondequiera que os volváis encontraréis la Faz de Dios» (Sura 2, 109). Los versos siguientes citados por Schimmel utilizan el simbolismo del vino ya mencionado para dar su explicación del tawhid:
El vaso lo es todo y el vino no es nada,
o el vaso es nada y el vino lo es todo.
Pero el vocabulario de la religión infiere la comprensión:
Que todo lo que es, en verdad es Él:
Alma, amado, corazón y creencia.
Como «el amor es deseo y necesidad» se afirma que Dios, al nivel de Sus Atributos, creó el mundo porque deseaba (o «amaba») ser conocido. Por otra parte, el amor de Dios por el Profeta queda patente en Sus palabras: «De no haber sido por ti no habría creado las esferas celestiales». Y en última instancia, el deseo de Dios de ser revelado a través de los Profetas y los santos «fue la fuerza que motivó Su creación del universo»; y todas las formas del mundo, movimientos y actividades son resultado de ese amor original. A propósito de esto Rumi escribió:
Los seres creados se mueven gracias al Amor
Amor por la Eternidad-sin-principio;
el viento baila gracias a las esferas
los árboles a causa del viento.
Cuando utilizamos la metáfora del viaje espiritual, sabemos por la poesía sufí que el amor es el vehículo por excelencia para el viajero.
Matthew Kelly es un escritor independiente de Melbourne, Australia.
Bibliografía
Can, Şefik. 2007. Fundamentos del Pensamiento de Rumi: Una Perspectiva Mevlevi Sufí, Nueva Jersey: Editorial La Fuente.
Chittick, William C. 1983. The Sufi Path of Love: The Spiritual Teachings of Rumi, Albany: State University of New York Press.
Lumbard, J.E.B. 2007. «From Hubb to Ishq: The Development of Love in
Early Sufism. Journal of Islamic Studies, 18:3, Oxford: Oxford
University Press.
Murata, S. y Chittick, W.C. 1994. The Vision of Islam, London: I.B. TAURIS.
Rumi. 1992. A Garden Beyond Paradise: The Mystical Poetry of Rumi,
traducido por Jonathan Star y Shahram Shiva, Nueva York: Bantam Books.
Rumi. 2006. Spiritual Verses: The First Book of the Masnavi-ye Ma’navi, traducido por Alan Williams, London: Penguin.
Schimmel, A. 1975. Mystical Dimensions of Islam. University of North
Carolina Press. (Traducción castellana: Las dimensiones místicas del
Islam, Editorial Trotta, Madrid 2002).
Schimmel, A. 1982. As Through a Veil, Mystical Poetry in Islam. Nueva York: Columbia University Press.
von Donzel, E., Lewis, B., y Pellat, C. (eds). 1978. The Encyclopedia
of Islam, Edición revisada, Vol. 4, Leidin, Netherlands: E.J. Brill.
Yunus Emre, trad. Turgut Durduran. http://www.stwing.upenn.edu.
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